Alta Gracia: Tierra de mitos y leyendas

Alta Gracia, con más de cuatrocientos años de historia si contamos desde que Don Juan Nieto puso un pie en estas tierras (unos cuantos menos si contamos desde Manuel Solares a esta parte), tiene infinidad de historias, de mitos y de leyendas que se transmiten - y amplían- de boca en boca a través de los tiempos.

31 de octubre de 2024juan carlosjuan carlos
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Alta Gracia, con más de cuatrocientos años de historia si contamos desde que Don Juan Nieto puso un pie en estas tierras (unos cuantos menos si contamos desde Manuel Solares a esta parte), tiene infinidad de historias, de mitos y de leyendas que se transmiten - y amplían- de boca en boca a través de los tiempos.

Toda ciudad tiene sus historias, por lo general incomprobables, pero que forman parte de su acervo cultural. Alta Gracia no es la excepción al respecto. Desde los tiempos coloniales o jesuíticos hasta nuestros días, las voces del pueblo cuentan, reinventan o reciclan historias escuchadas de sus padres, sus abuelos, o contadas en rondas de amigos.

Así, el rosal del Virrey se entremezcla con los túneles que unían (unen) la Iglesia de nuestra ciudad con la manzana jesuítica de Córdoba capital. La Colonia José María Paz entra en escena con aparecidos que se dan la mano con un enano que asustaba por el parque del Sierras Hotel (¿sería el mismo enano que andaba por el barrio Sur?).

Aparecen casas embrujadas, castillos con historias siniestras cargadas de muerte, y rincones poco gratos de ser visitados. En el racconto no puede faltar el inefable monstruo de la Bateíta que incluso hizo venir a Canal 12 hasta el arroyo un verano hace algunos años. Hasta personajes de carne y hueso como el Tío Monti terminan formando parte del imaginario popular a través de las historias que se transmiten de boca en boca a través del tiempo.

Una foto, mil historias

No fue hace mucho cuando en nuestra página de Facebook se nos ocurrió colgar una foto de la Bateíta, el bonito recodo de nuestro arroyo cuando barrio Sur se está yendo aguas abajo. A partir de allí, todo fue comentario de los lectores.

Que hubo una persona ahogada porque lo había atrapado un monstruo. Un pulpo, para ser más exactos. Que un amigo lo había visto. Que no era extraño que ello ocurriera, ya que unos metros más arriba del Chicamtoltina existía una pescadería. La de Vatti, según contaban. Que de allí habían “soltado” un pulpo que se había criado y desarrollado en el arroyo y que ahora hacía de las suyas...

La piedra apareció pintada con una leyenda advirtiendo del peligro. Nadie se bañó en la bateíta por un tiempo largo.

¿Vale contar cuál habría sido la explicación de lo que realmente había sucedido? ¿Sirve derribar a ladrillazos un mito como éste? ¿O mejor lo dejamos así como está, y permitimos que el tiempo siga acunando aquella leyenda?

Si tienen un tiempito, los invitamos a darse una vuelta por la Bateíta. Con precaución, por supuesto...

Las casonas del Alto

Las viejas casas de la zona del Alto albergan leyendas que hasta se entrechocan unas con otras hasta mixturarse.

El viejo Castillo Quemado reúne una buena cantidad de habladurías y mitos. Entre la historia y la leyenda se abrazan la familia Aguirre Cámara, los boliches bailables y el misterio del fuego que lo consumió en
parte y le dio lo que hoy es su nombre popular.

EL CASTILLO QUEMADO

Pero claro, también se cuentan otras historias. Las que hablan de que alguna vez vivió allí una familia que tenía un chico con capacidades diferentes, y que estaba encadenado. La más descabellada de las versiones cuenta que el Castillo era de una familia de Rosario, y que tenían a la hija en silla de ruedas, además atada por cadenas. Como estaba loca, gritaba... Y la dejaron encerrada. Algo tétrico, por cierto...

Pero hay más: algunos dicen que en esa casa vivía una familia de mucha plata. Cuando la hija de 15 años
quedó embarazada la escondieron en el sótano y la mantuvieron allí cautiva para evitar que el pueblo se entere. Una noche la casa se incendió y no lograron rescatarla. Desde entonces dicen que se escucha el llanto de un bebé o los quejidos de una mujer...

Pero pronto comienzan a aparecer voces contra las voces, para trasladar la leyenda a unos pocos metros del Castillo. A la esquina de Achával Rodríguez y Carlos Tejedor. A una vieja casona que ya no existe pero que para muchos siempre estuvo embrujada.

Era una vieja casona rodeada por un tejido de alambre con flores de coronita de novia. Para algunos, allí hubo una pareja que se casó y la mujer murió durante su noche de bodas. Eso hizo que su esposo, acuciado por el dolor, se suicidara. Para otros, lo que ocurrió fue que murió la novia que la mandaron de Buenos Aires porque había quedado embarazada. Que se enteró que su amor se había casado con otra y ella se ahorcó.

Como sea, la casa se fue deteriorando sin que nadie la habitara durante años y prácticamente se vino abajo. Lo que quedó, fue demolido.

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De Fantasmas, aparecidos y otras yerbas

El acervo popular altagraciense tiene unos cuantos capítulos donde la fantasía le gana al raciocinio. No hace tanto -por ejemplo- que los guardias de la Colonia José María Paz dijeron que veían una fantasmagórica aparición rondando por los pasillos y los jardines del lugar. Eso, y que misteriosamente, algunas hamacas se movían solas en lo profundo de la noche.

Uno de estos policías hasta se atrevió a filmar con su celular lo que no alcanzaba a entender...

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Pero no es lo único. En tiempos en que el casino funcionaba en el Sierras, decían solía verse a un hombre de blanco, vagando cabizbajo por el parque. Decían que era el fantasma de un jugador que se había suicidado luego de perder su fortuna en la ruleta.

Los habitantes de barrio Sur cuentan que por la esquina de 3 de febrero y San Juan Bosco, se aparecía un misterioso enano. Pero claro, como suele suceder, las historias suelen contradecirse. Algunos aseguran que se
aparecía en calle Liniers, llegando al arroyo, detrás de un tala...

Las historias que van pasando de boca en boca son en la mayoría de los casos, imperdibles. Más o menos fantasiosas, todas ellas han nacido de un hecho real, concreto, que luego la misma gente del pueblo ha transformado en un hecho bellamente incomprobable.

La leyenda del hombre sin cabeza

No se ponen de acuerdo si el escenario primario fue la Iglesia mayor de la ciudad, o la capilla de barrio General Bustos. A esta altura, poco importa ese dato.

Lo jugoso es la historia misma. Dicen que había en la ciudad una señorita, casi niña, hija de un hombre muy adinerado. A la jovencita la querían obligar a casarse con un hombre muchos años mayor. Ella, sin embargo, estaba profundamente enamorada de un monaguillo de la iglesia, quien a su vez le correspondía su amor. Ella no pudo evitar que la llevaran por la fuerza al altar, pero... aquella noche, el novio nunca apareció.

Cuentan que encontraron su cuerpo decapitado, y que al monaguillo no lo volvieron a ver nunca más... Los que transitaban de noche cerca del Puente del Ancla aseguraban que de tanto en tanto veían a este monaguillo deambulando por la zona, caminando, y con la cabeza del frustrado esposo, colgando del cinturón...

Como éstas son muchos los relatos que el viento de los tiempos va llevando de aquí para allá.

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Cuentos de barrio

Algunos nombran al “uñudo” que se aparecía en el pasaje que une Lucas V. Córdoba y la calle Illia. Taaaan aparecido no debía ser, ya que aseguran que mangueba cigarrillos a los que se cruzaban con él.

Y ya que estamos hablando de barrios, no podemos dejar de mencionar el mito que hace referencia al duende que según decían se aparecía detrás de un árbol en la plaza que está detrás del hospital. Otros dicen que no era un duende, y se atreven a aseverar que era un “enano sin cabeza".

En fin... cuentos para asustar niños traviesos o desobedientes, tal vez. Pero en definitiva, se fueron convirtiendo en leyendas urbanas de una ciudad que no en vano tiene los años que tiene como para generarlas, asimilarlas y -por qué no- ir reciclándolas de tanto en tanto.

La que no es para chicos es la leyenda de la bruja que dicen se aparecía en la entrada al Santuario de la Gruta. Que te pedía sal (o al menos eso alcanzaban a escuchar los asustados peregrinos que se la encontraban).

Alguna vez Cristian Moreschi puso al aire a unos albañiles que en la zona de La Viña decían haber visto a un fantasma -o algo así- flotando en el aire. Aquella noticia causó un gran revuelo, y no fue hace tanto tiempo.

La ahorcadita

La Escuela Comandante Espora, cuando se cierran las puertas y los niños se van, aseguran que es un lugar
ideal para escuchar lamentos y llantos.

¿Tendrá que ver con que el terreno donde se encuentra fue antes el cementerio de la ciudad y luego el hospital

¿Por qué no pensar en algo así? A metros de allí en la esquina de 3 de febrero y Urquiza, donde hoy funciona el IPEM Independencia, antes estaba la vieja Escuella Nacional 339, “La Torre”. Llamada así por la cúpula tan particular que tenía en su estructura edilicia. Allí, algunos aseguran haber visto a una niña pendiendo de una cuerda, lo que dio lugar a la leyenda que se conoció como la de “la ahorcadita”.

Alrededores de leyenda

Los lugares cercanos a Alta Gracia también tienen sus mitos y leyendas. Como aquella que habla de aquellarres y reuniones de brujas que tenían como escenario uno de los viejos socavones de las antiguas minas de mica del Valle de la Buena Esperanza. Allí estaba -decían- la llamada “Cueva del Diablo”.

No tan lejos de aquella zona, pasando el segundo paredón, está la llamada Quebrada del Diablo. Zona de grandes peñascos a orillas del arroyo. Por allí decían se escuchaban los lamentos de unas brujas. Allí había un puesto de estancia donde cuentan que por las noches los aullidos espantaban a los más valientes y que las puertas amanecían arañadas con las luces del amanecer. Que el lugar estaba definitivamente
poseído. Tanto que una vez un cura entronizó una virgen en el lugar para contrarrestar los males...

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Pero tal vez la más fantástica y bella historia que nos llega a modo de leyenda, provenga de San Clemente. Nos cuenta Walter Villarreal que allí existe un recodo en un arroyo que los paisanos nombraron alguna vez como “El pozo de las rubias”.

La explicación se debe a que cuentan que hace muchos años, allí, en el agua se aparecían mujeres rubias de cabello largo, en tetas y con cola de pescado.

“Es fascinante pensar que el mito de las sirenas haya encallado en el medio de las sierras”, nos dice Walter.

Y así podríamos seguir. Y seguramente ustedes, lectores, le sumarán nuevos capítulos...

(Foto de portada: La Casa Embrujada -gentileza Fernando Bepmale-)

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