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RECUERDOS DEL HOTEL QUINTA LA FLORIDA
Este establecimiento fue el sitio en Alta Gracia que el Ferro Carril Central Argentino brindaba a sus empleados para vacacionar.
Cosas Nuestras30 de agosto de 2020juan carlosEste establecimiento fue el sitio en Alta Gracia que el Ferro Carril Central Argentino brindaba a sus empleados para vacacionar.
Desde 1920, mucho antes que existiera la Colonia Evita en La Paisanita, fue el lugar donde los ferroviarios buscaban paz y tranquilidad en las sierras de esta parte de Córdoba. Llevaba el nombre de una de las calles céntricas de nuestra ciudad (hoy Rafael Lozada) y formó parte de los primeros establecimientos hoteleros que crecieron al abrigo de los turistas que no podían acceder al Sierras Hotel.
Su primer concesionario fue Federico Koering, quien también era el propietario del mítico Hotel Suizo, en pleno centro de la ciudad (en la actual esquina de Olmos y Belgrano).
Así era el hotel
Los años fueron pasando, y décadas más tarde, el Hotel fue cambiando de concesionario. Uno de ellos fue Antonio Oriti Tizio. El administraba y allí vivía junto a su familia. Hoy, su hija María Esther recuerda aquellos años: “Ahí me crié desde los 2 años hasta los 11. Todos son recuerdos hermosos. Eran 34 habitaciones, distribuídas en distintas alas. Las primeras estaban atrás de la Administración que era donde ahora está la calesita. Unas daban sobre la entrada, aquel camino tan bello bordeado de pinos y otras daban a la pista de baile”.
De a poco, vamos tomando dimensión de lo que era este hotel. Calle de ingreso arbolada, pista de baile... pero había mucho más: “El Hotel ocupaba todo el predio de lo que hoy es el Correo, la calesita, lo que fue el vivero y todo el espacio donde se ubica el Colegio Nacional. Todo eso era el hotel con sus dependencias”.
Luego del salón del baile, estaba la Gruta con la Virgen, para darle lugar, más allá, a los frutales y a la huerta. Al fondo, estaban los gallineros... es que el hotel se autoabastecía. “Eso era lo que había en aquella parte. Desde donde ahora está la calesita, hasta el fondo, donde estaban las cocheras. Luego, en el área central había varias habitaciones con sus baños, un pasillo con pérgolas y santa rita que conducía a un gran salón donde había juegos y sillones de cuero”. Este salón era la antesala del comedor. Luego seguía la cocina y el lavadero. “Después, eran todas habitaciones que llegaban hasta la pileta principal”.
No faltaba nada
Es que en el Hotel Quinta La Florida había dos piletas. Una grande, para los mayores, y otra más chica para los niños. No faltaba nada allí en sus instalaciones. Nada. En otra ala, había un gran jardín con rosas y naranjos. Más allá, en lo que sería el sector sobre calle Hernández (donde está el edificio de la ENSAG), había un Parque Infantil. “Era media manzana con juegos para los chicos”.
Luego, las piletas de lavar, y como si fuera poco todo eso, la cancha de tenis, que estaba donde era el vivero y el esta el Jardín del ENSAG. “Entre la pileta chica y las cocheras, había quintas y más allá las últimas habitaciones, con sus baños. Del otro lado, la carpintería, donde se hacía el mantenimiento de todo el hotel. Allí, el encargado por ese tiempo era Don Pedro Spinetti”.
Los últimos años Oriti Tizio fue administrador hasta que cerró a mediados de los sesenta. Por aquellos años, La Florida contaba con no menos de 30 empleados y trabajaba a full. Decisiones políticas que suelen no entenderse terminaron con su existencia.
Luego, las instalaciones quedaron a merced de saqueadores y vándalos. En sus jardines de rosas sólo crecieron yuyos, los frutales fueron desapareciendo. Años más tarde, el FFCC le cedió a la Municipalidad los terrenos, que fueron distribuIdos a diversas instituciones.
La leyenda del Hotel Quinta La Florida, había terminado definitivamente... En las vitrinas de algún coleccionista, estarán todavía los cubiertos con las iniciales del FCCA, o la vajilla de loza inglesa que engalanaban su salón comedor...
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