San Martín: un barrio nacido desde el trabajo y el sacrificio
La historia de barrio San Martín. Todo un símbolo de quienes a partir del trabajo, construyeron su futuro.
Nos permitimos reproducir este texto, de nuestra amiga Itatí Heredia, recordando a las verdulerías de barrio.
Por los barrios03 de abril de 2021juan carlosHoy, cortando un tomate, me vinieron a la memoria las verdulerías de cuando era chica.
Una en especial, la de don Rogelio "perejil" (nunca supe el por qué del apodo). Era una verdulería en su casa, sencilla, casi rústica, llena de pilas de cajones de madera. Y en esos cajones, las verduras y frutas frescas. Y era el aroma lo que me atraía... mixtura de tomates redondos y rojos, de manzanas jugosas, de las verduritas.. y sobresaliendo entre ellas, las de mandarinas pequeñas pero deliciosas.
No sé, pero esos aromas se fueron perdiendo... tal vez lo transgénico sacrificó el sabor y el olor por tamaño y color; o los desodorantes y lavandinas se superponen hoy a lo natural de las verduras. Lo cierto es que ya ni están esos aromas...
Volviendo a don Rogelio, traía unas uvas deliciosas que se deshacían en dulzor en la boca; las bananas pecosas, justo para el licuado de las tardes y las peras que al morderlas, saltaba el juguito y manchaba la ropa. Rogelio era rubicundo y canoso, siempre amable con las doñas que iban a comprar (siempre y cuando no le protestaran si había aumentado algún centavo). Entonces su rubicundez elevaba su rojo y su sonrisa se convertía en amargo rictus de enojo por semejante ofensa...
Algunos lo tildaban de tacaño, pero lo cierto es que los chicos siempre nos íbamos con la yapa de una ciruela o damasco que sabía a gloria. Y las amas de casa se iban con el ramito de perejil que antes se regalaba.
Don Rogelio tuvo su verdulería hasta muy entrado en años y cuando los súper y otras grandes verdulerías, con frutas exóticas comenzaron a opacar su humilde negocio, salía a vender en una chatita sus verduras a los barrios más alejados.
Hoy extraño ese caos aromático de verduras y frutas porque fue parte de mi niñez, cuando ir a comprar era una diversión para los pequeños y un encuentro social de las vecinas que chismorreaban las últimas novedades del barrio mientras Rogelio pesaba la compra en su balanza romana y esperaba impaciente que terminaran su cháchara...
Nota escrita por Itatí Heredia, compartida desde su facebook
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