
Falleció Carlos "Cacho" Chavero. Un crack y un señor dentro y fuera de la cancha. Nuestro respetuoso homenaje a un grande del fútbol y de la vida.


José “Cacho” Cid es una leyenda viviente de nuestro motociclismo.
Alta Gracia DeportivaHace 2 horas
juan carlos
José “Cacho” Cid es una leyenda viviente de nuestro motociclismo. Y esto no es ninguna exageración cuando se trata de un hombre a punto de cumplir 80 años que se le recontra banca en esto de subirse a una moto, andar a los saltos entre las piedras y la tierra y buscar la bandera a cuadros un largo rato después.
“Me subí por primera vez a una moto a los 16 años. Soy de Alta Gracia, pero desde los 7 hasta los 14 años le ayudé a mi abuelo en el campo, en el tambo camino al Valle Buena Esperanza. Cuando falleció, mi viejo me llevó a Dragones, en pleno chaco salteño. Era una finca donde sacaban los durmientes para el ferrocarril. Cuando volví a Alta Gracia junto a mi hermana, fui vivir a la casa de mi abuela. Trabajaba de cadete, de lo que surgiera. Yo me crie solo. Entré a trabajar en una fábrica de zapatillas frente a la Terma y con el primer sueldo que cobré, me compré una moto Puma segunda serie”.
Así comienza a contar Cacho Cid sobre su vida y su pasión por las motos.
“Había carreras en barrio Córdoba y hacía poquito que tenía la moto. Era el año 1964. Luego me compré otra, y luego otra… hasta que me tocó el Servicio. Pero eran lindas carreras, hasta Pirín Gradassi corría en aquellas carreras”.
Cuando salió de la colimba se compró una Ducatti, la armó y la puso a punto para correr..

Hasta que llegó la década del 70, con los famosos campeonatos anuales de velocidad, que incluían pruebas especiales como la trepada al Observatorio y el Gran Premio de la Montaña. Tiempos en que Nené Bustos era el alma organizadora de este deporte en Alta Gracia.
Eran muy lindas carreras, muy competitivas, con muchísimas motos en las tres categorías. Epocas que en cada taller de barrio y en muchos garajes se armaban artesanalmente las motos para ponerlas en la línea de largada. Con enorme cantidad de público viviendo a pura adrenalina cada competencia. “Corríamos en varios circuitos. En el Aero Club, en cancha de Sportivo, en Villa Montenegro, en Despeñaderos y también en el circuito asfaltado por las calles de barrio Cámara”, recuerda Cacho.
Con su Zanella cinco marchas daba guerra en la categoría más grande junto a Juan Pavín, Piérola y Pinocho Chomiak entre otros.
“Aprendí mecánica con Campilongo, que estaba al lado de la casa del Che. Todos los días, cuando salía de la escuela Víctor Mercante, iba al taller. Siempre me gustaron los fierros y ahí aprendí mucho”.

Pide “un cortado al revés en jarrito… sin espuma”. La charla continúa
“Cuando empecé en el motocross en el año 1980 estaban las categorías Nacional, Juniors y Seniors (donde estaban las motos importadas). Yo corrí siempre con Zanella. Hasta el año 90 siempre trataba de llegar para cobrar, estar entre los tres primeros para recuperar los gastos de puesta en largada. También íbamos a mucho a Chilecito con Mitrano, Raimundi, Soriano… siempre en motocross. Nos daban hospedaje por tres días y había buenos auspiciantes que daban lindos premios. Ya corría en Yamaha por ese entonces. Corría en Juniors y en Seniors. Había buena plata, lo que sacaba en una carrera era igual a todo un mes de sueldo".
En el mientras tanto, Cacho Cid trabajaba en las canteras del Ferrocarril en el Cerro. Porque de algo había que vivir, además de la adrenalina de cada fin de semana.
“Tuve la suerte de tener siempre una moto ligera, rápida. Además, la profesión. Tenés que nacer para la moto, tener pasión por la moto. Yo siempre salí a andar fuerte, saliera lo que saliera”.

Cacho tuvo un solo accidente grande. Fue el 11 de abril de 1998, corriendo Enduro en Villa Giardino. “Salí a fondo, había mucha tierra y no se veía nada. No sé qué agarré, qué me pasó, total que ahí, fui. Casi paso para el otro lado, me quebré por todos lados. El 5 de enero de 1999 volví a correr, sin avisarle a nadie que iba a la carrera”.
La edad no ha sido nunca excusa para Cacho Cid, y por eso continúa en la brecha. Desde el año 80 hasta el 90 no tuvo ningún domingo franco.
“Me invitaban a correr a todas las carreras que había. Eran tiempos que había muy buenos pilotos y lindas recompensas. Había fines de semana que corría el sábado en velocidad y el domingo en motocross”.

La conversación comienza a nutrirse de definiciones ineludibles a la hora de conocer al corredor y a la persona.
“A la moto hay que respetarla. Pero siempre me gustó acelerar. A los casi 80 años, no me cuesta subirme a una moto. La pasión puede más. Soy un loco de las motos, tanto para correr como para pasear. La de correr la uso solamente para correr. Pero la de calle la uso todos los días. Siempre disfruto subirme a una moto, soy feliz haciéndolo”.
A esta altura de la vida, y con tantas carreras corridas y tantos logros conseguidos, Cacho Cid tiene la categoría de Socio Vitalicio de la Federación Córdobesa de Motociclismo.
A lo largo de su trayectoria, Cacho Cid logró también varios títulos: “En motocross fui Campeón Provincial en 1981 y ese mismo año fui también Subcampeón en Velocidad. Al año siguiente también fui Subcampeón en Velocidad. No salí Campeón porque no pude correr la última carrera. También tengo un par de campeonatos de Enduro”.

Y así el café se prolonga entre referencias a su hijo Tato (también apasionado y Campeón), anécdotas, “carreras insólitas”, duelos deportivos y amistades que perduran con los años a partir de una moto. Pasa por historias, golpes, caídas, pero también banderas a cuadros, podios y muchas alegrías.
Queda claro: a sus casi 80 años, Cacho Cid forma parte de la historia grande y el presente importante del deporte de Alta Gracia.

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