¿QUÉ FUE EL "CLUB DE DADORES VOLUNTARIOS DE SANGRE" DE ALTA GRACIA?

En nuestra ciudad existió una institución que brindó un servicio vital a los vecinos. Su lema fue “Dar sangre es dar vida”, y gracias a ella, muchos pudieron solucionar sus problemas de salud. Te contamos de que se trataba.

Cosas Nuestras29 de enero de 2023juan carlosjuan carlos
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Para conocer más acerca del Club de Dadores Voluntarios de Sangre de Alta Gracia hemos recurrido a varias fuentes. Una de ellas fue el libro “Alta Gracia olvidada”, del Dr Jorge R. Mazzucco. Pero también contamos con la complicidad de la memoria increíble de nuestro amigo Pepe Valdez.

De todo ello, surgió esta nota rescatando del olvido a una institución que fue señera y -sobre todo- muy útil en la ciudad.

Escribió Mazzucco: “Alrededor del año 1957, un grupo de vecinos consideró la necesidad de buscar una solución para la demanda de sangre humana en la ciudad de Alta Gracia. Así fue que después de muchas consultas, resolvieron fundar una institución para resolver el problema. De esta manera se creó el “Club Dadores Voluntarios de Sangre de Alta Gracia”. El lema de este club fue: “Dar sangre es dar vida”.

Antonio Abraham, con brioso empuje y entusiasmo, impulsó la idea de tener un local propio, como así también los integrantes de la institución. En consecuencia, le solicitaron al entonces intendente municipal Juan Constantini, un terreno municipal para la construcción del mismo, el que cedió en el predio de calle 3 de febrero. Por Ordenanza 637/59, el 16 de julio de 1959, el intendente Constantini y el Secretario Ferrie lo firman, ya que el club contaba
ya con la personería jurídica.

En ese entonces, los integrantes de la comisión directiva eran el Dr. García López, Gaspar González, Dr. Emilio Sánchez, Carlos Sabadini, Sr. Powell (radioaficionado), Argentino Uema, Antonio Abraham, el bioquímico Augusto Piccón (padre) quien asesoraba la parte técnica del Club, entre otros. El dibujante y publicista Armenio Antomarioni creó el logo del Club, basado en el mito del pelícano que ofrece su propia sangre para alimentar a sus polluelos.

CLUB DADORES VOLUNTARIOS DE SANGRE

Sigue contando en su libro el Dr. Mazzucco: “Como yo estaba encargado del Servicio de Hemoterapia en el Policlínico Ferroviario y el Enfermero José Caro pertenecía a dicho Policlínico, pude entrenarlo para todo lo relativo a las transfusiones de sangre, como el interrogatorio y extracciones, clasificación, como la parte médica relacionada. El enfermero Caro fue el principal técnico para el manejo de la parte técnica del Club”.

Edificio propio

La institución debía tener un sitio donde funcionar, un lugar físico donde la gente pudiera concurrir para donar o bien para solicitar sangre. El terreno ya estaba donado con cargo, pero había que construir. Y eso costaba.

“El constructor encargado de la obra fue el Sr. Salvador Russo, cubriendo los primeros gastos con donaciones, rifas y con una actividad gastronómica que se desarrolló en el Tajamar la lado del Reloj Público. Además, a esto se le sumó un kiosco que se ubicaba frente a la Casa del Virrey en el cual se despachaban bebidas frescas los días que se realizaba la peregrinación a la Virgen de Lourdes. En esto colaboró el “Yeye” Parisi construyendo una parrilla de un metro cuarenta de largo por uno de ancho con la cual se vendieron cientos de choripanes a los peregrinos y a la gente de la ciudad, recaudándose una importante suma de dinero que ayudó a iniciar los cimientos del edificio de dos pisos.

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Por este ambicioso proyecto, el Sr. Antonio Abraham y el Dr. García López sabían dónde recurrir para mayores fondos. De una u otra forma, se fueron consiguiendo los fondos, y el edificio se construyó. Con planta baja y primer piso, y en pleno corazón de barrio Sur en la misma manzana donde había funcionado el viejo hospital de la ciudad.

Mudanza

“Cuando se inaugura el nuevo edificio del Hospital Regional de Alta Gracia, el 20 de julio de 1974, el Club Dadores de Sangre donó al hospital todos sus equipos, con la presencia de Argentino Uema y el Sr. Caro para que en el mismo funcione el servicio de hemoterapia. Fue así que continuó Caro a cargo del mismo por un tiempo”, cuenta el Dr. Mazzucco en su libro.

Pero antes de ello, “cuando en el año 1971 el edificio del Hospital estaba por colapsar y la cooperadora del mismo no pudo remediar, arquitectura de la Provincia lo declaró inhabitable, entonces se recurrió al edificio del Club para que allí funcionen consultorios, dirección y administración, provisoriamente, hasta tanto se terminara la construcción del nuevo edificio en Av. Libertador”.

Al pasar el servicio al Hospital, el edificio del Club de Dadores Voluntarios de Sangre quedó vacío. “Por la ordenanza antes mencionada, el edificio del Club volvió al patrimonio municipal en el año 2005. El lugar pasó por decreto municipal a la Escuela Paulina Domínguez”.

Hasta acá, la historia narrada en el libro del Dr. Mazzucco. Con detalles que faltan, pero con un trazo grueso de lo que fue esta importante institución local.

Pepe Valdez: "Tenía una tremenda función solidaria"

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La privilegiada memoria de Pepe Valdez nos permite redondear la historia: “Se han ido perdiendo valores en la sociedad. Valores que antes estaban muy presentes. La gente era muy generosa con sus cosas y su tiempo. Esta institución tenía una función solidaria tremenda. Era como un banco de verdad, si eras dador, vos y tu familia directa, el Banco de Sangre tenía para darte.

Participé no el inicio total, pero si más un poco más tarde. Recuerdo que los bioquímicos eran Golocowsky y Piccón. Eran personas valiosísimas para la historia de Alta Gracia. Entré entusiasmado por “Yaco” Bijman, que también formó parte del Club de Dadores trabajando mucho allí, gente toda muy valiosa. También estaba Uema, que manejaba un taxi. Y uno de los que trabajaban mucho allí era un enfermero de apellido Caro.

Había una Comisión y se hacían cosas a beneficio para poder desarrollar la institución y hacerla crecer. Se hacían rifas y distintas actividades. Todos colaboraban porque la sociedad de Alta Gracia confiaba plenamente en la gente que estaba en la institución. Eran personas altamente calificadas en la ciudad y eso prestigiaba la institución.

En un principio, el Club tenía vínculos con las autoridades y se buscaban dadores en el Grupo de Artillería de José de la Quintana y en la Policía. Luego, esas instituciones lo prohibieron, pero igual la sociedad siguió
apoyando al Club, donando sangre. Es que había un fin noble y loable, no era un comercio sino un servicio para la vida y organizado como debía ser desde lo legal. Había muchísimos socios.

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El edificio estaba al lado de lo que hoy es la Comandante Espora. En la esquina de Urquiza funcionaba el Registro Civil donde estaba Don Sabadini, que también colaboró con el Club. En ese predio se construyó el
edificio, de dos pisos. No fue fácil, pero con trabajo y colaboración de vecinos se logró.

Tuve un par de intentos para rehabilitar el Club, cuando estaba en el Rotary. Con un señor Vigliano, Gerente del
Banco Nación lo hicimos. En ese tiempo estaba el Dr. Juan Carlos Rivadeneira, afamado médico que había estado en Estados Unidos y se instaló acá. Anduvo muy bien un tiempo. Al final hubo problemas con la médica que era la Directora, y el intento terminó en la nada...”.

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