LOS FUNES, UN HOMENAJE A LA PELOTA

Los hermanos Funes forman parte de la galería de grandes futbolistas que ha dado nuestra ciudad. Algunos con mayor éxito que otros, unos con más fama que los demás, pero sus nombres son recordados siempre como símbolos de un fútbol local que los tuvo como estrellas.

Cuando hacemos referencia a los hermanos Funes, hablamos de una familia de once hermanos que se criaron en barrio Poluyán, aunque sus padres vivieron antes en la calle Mansilla de barrio Gallego.

De los once hermanos, siete eran varones y de ellos Jorge, Juan De Dios, Luis, José y Santiago decidieron jugar al fútbol. Primero en clubes y campeonatos de barrio y más tarde en la vieja Liga Santa María.
Por ello, porque evidentemente el tema fútbol fue siempre pan de todos los días en la mesa familiar, para saber más de ellos recurrimos a Andrés Funes (hermano), Emilia (hermana) y Marité (hija de Juan de Dios) para que nos cuenten.

“La canchita de barrio Poluyán estaba atrás de la curtiembre La Revoltosa. Ahí había un baldío que al fondo tenía una vertiente. Luego la hicimos frente a lo que hoy la carnicería Bazán, llegando al Ancla. Desmontamos todo y la hicimos. Más tarde empezamos a ir a la Colonia Santa Fe. Ahí era más importante, se juntaban los mejores equipos de barrio que los armaban el gringo Bogdan y el gallego Vázquez. Ahí nació Palermo”. Las palabras le pertenecen a Jorge, uno de los hermanos Funes que narra aquellos primeros tiempos.

Cuando Palermo entró a la Liga, Juan de Dios tenía firma en Sportivo. Los otros hermanos jugaron todos en Palermo, que fue donde se hicieron futbolísticamente. Jugaban junto a “Catota” Murúa, “Chochi” Chávez…
En Palermo se encontraron jugando junto al “Gato” Liva, el flaco Oliva, Jorge Martínez, Quique Boroni, el zurdo Martínez, el Cholo Alvarez, Hugo Vázquez, por nombrar a algunos de ellos.

Llegando lejos

Los que más lejos llegaron en el fútbol fueron Juan de Dios y fundamentalmente Santiago. En el caso de Santiago, alcanzó a jugar en Talleres donde tuvo de técnico y maestro al mítico “Wanora” Romero. “La Wanora lo venía a buscar a casa, lo apadrinaba”.

Juan de Dios era inside, mediocampista. Santiago, Luis, todos eran volantes, aunque a Santiago, donde lo pusieras, rendía y brillaba. Fue un crack, con las luces y las sombras que siempre suelen tener los cracks.
En el repaso de la memoria se recorren recuerdos de partidos contra Sportivo, contra Banfield, River o El Cerro… “En muchas de esas cancha, el tema no era jugar. Era salir si ganabas el partido”.

De andanzas

Santiago, el locón Villarreal eran pibes que andaban siempre juntos adentro y afuera de la cancha. En las buenas y en las malas.

Santiago fue el mejor jugador de todos los hermanos, de acuerdo a lo que opinan los que lo vieron. Por desgracia, su vida privada no le permitió llegar mucho más lejos de lo que llegó. Era un excelente futbolista y además, un buen tipo a quien todo el mundo quería. 
Santiago, además, era muy buen pintor de autos, profesión de la que vivió mucho tiempo.

"Era un volante con mucha salida pero con poco retorno”, ironizó su hermano al describirlo mientras una sonrisa se le dibujaba en los labios.

En la casa se hablaba de fútbol, se almorzaba fútbol y se cenaba fútbol. No era para menos. 
Aquellos hermanos que desde pibes se durmieron abrazados a una pelota, lo habían tomado como un estilo de vida y una pasión. Que comenzó desde el baby fútbol, allá en barrio Poluyan o en la cancha “de los curas”, en los Salesianos.
Una pasión que creció junto con ellos, a través de los campeonatos de barrio, los campeonatos comerciales y los partidos oficiales de Liga Santa María.

Las canchas de la ciudad vieron jugar y hablaron de los Funes. Ya de grandes, eran requeridos por distintos equipos, y siempre dijeron presente. Algunos de ellos llegaron más lejos que otros. Unos hasta cerca estuvieron de tocar el cielo futbolero.
De todos ellos, es coincidente el concepto de quienes los trataron: “fueron excelentes personas”. ¿Qué más se puede pedir?