Victoria Zorn: “Mi vida fue Villa Oviedo”

El apellido Zorn vincula a Victoria directamente con Villa Oviedo. Barrio con identidad si los hay, en Alta Gracia. Y mucho de eso tiene que ver con sus orígenes laburantes que lo forjó en una barriada que a fuerza de manos callosas fue erigiéndose al sur de la ciudad.

Cosas NuestrasHace 3 horasjuan carlosjuan carlos
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El apellido Zorn vincula a Victoria directamente con Villa Oviedo. Barrio con identidad si los hay, en Alta Gracia. Y mucho de eso tiene que ver con sus orígenes laburantes que lo forjó en una barriada que a fuerza de manos callosas fue erigiéndose al sur de la ciudad.

Victoria Zorn luce hoy 92 años. Orgullosos y bellos 92 años, y una memoria realmente envidiable. Tanto como para recordar aquellos años niños en “su” Villa Oviedo.

“Nací en la República de Villa Oviedo, uno de los primeros barrios, si no el primero, de Alta Gracia. Mis padres vinieron de Europa, de la vieja Yugoslavia (hoy sería Eslovenia). Primero vino mi papá, en el año 1929 junto a varios paisanos. Llegaron a Buenos Aires buscando trabajo luego de la Primera Guerra. De allí algunos se fueron al sur, a los yacimientos de petróleo. Otros, como mi papá y varios más, llegaron a Córdoba, a Alta Gracia”. 

Necesidad de salir adelante y brazos dispuestos al trabajo, no tardaron en conseguir tareas para hacer. “Al principio mis padres vivían al frente de lo que fue nuestra casa, ahí en Villa Oviedo. Papá era jornalero y trabajó en las canteras del Cerro, las del Ferrocarril. Era dinamitero. Eran varios los yugoslavos que trabajaban en el Cerro”, cuenta Victoria.

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Eran tiempos en los que la cantera daba trabajo a muchas personas y hasta forjó el crecimiento del barrio. “Me acuerdo cuando al mediodía yo salía de la escuela y le llevaba la comida hasta la cantera. Iba caminando desde casa y estar con él un rato mientras almorzaba es uno de mis recuedos más maravillosos”.

Como en toda casa de inmigrantes, en el hogar de los Zorn había animales, se fabricaban embutidos, existía una huerta y los patios estaban poblados de frutales.

“Teníamos un terreno grande y se cultivaban verduras, papas. ¡Uvas!, la chinche y de las otras. Teníamos un parral grande al lado de la cocina y papá hacía vino de uva chinche en el sótano de casa. Las otras, las blancas y las rosadas eran para comer. Casi no se compraba nada, teníamos quinta con casi todo lo que hacía falta para comer. También recuerdo los frutales. Teníamos un duraznero que daba frutos grandes, hermosos. Le vendíamos a Don Eleuterio Becerra para su verdulería. Recuerdo que Miguel, que era chico, iba a buscarlos”.

Un pedacito de Europa

Victoria recuerda a su madre, en la cocina: “Mamá hacía una sopa bien espesa. Iba a Chavero a comprar cebada para elaborarla. Ella cocinaba muy bien e incluso hacía comida a pedido para otras personas que trabajaban en la cantera, también yugoslavos. Recuerdo ir a la carnicería de Maure a comprar, también a lo de López Pero la mayoría de las cosas las producíamos en nuestra casa, en nuestra huerta”.

Pero hablábamos de la cocina, y de los recuerdos que Victoria tiene de su madre allí: “Mamá era de hacer mucha polenta con salsa. Me acuerdo además de los postres que preparaba, del strudel, por ejemplo. O el otro que hacía, que era un pan dulce, con relleno de nueces molidas bañadas con algún licor y azúcar. Se hacía como un arrollado que quedaba riquísimo”.

Y así fue afianzándose la familia. José Zorn y su esposa María tuvieron cuatro hijas. Francisca, la más grande llegó en 1931con 7 años junto a su madre. Luego llegaron Victoria, Silvia y Teresita. Todas ellas con el sello indeleble de Villa Oviedo en su corazón.

Los Zorn fueron construyendo de a poco su casa, a puro sacrificio mientras sus hijas crecían. “Fui a la Escuela Hipólito Yrigoyen hasta cuarto grado. La Directora era la señora Iride de Baile, que era de Córdoba. La primaria la terminé en el Manuel Solares. Iba caminando, cruzando el arroyo, todas calles de tierra. Cuando pasábamos por España y Urquiza, entrábamos siempre a Las Delicias a comprar cosas ricas.

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La esquina de calles Cervantes y Santa María era por entonces el centro de Villa Oviedo. Y también el centro de los recuerdos de Victoria: “Los vecinos nos ayudábamos entre todos. Eramos todos muy solidarios. Entre los inmigrantes que vivían en el barro estaban los Sulic, una señora Salgado que era la cocinera y la portera de la escuela. Los Dessi un poco más arriba por Santa María. Los Frau. A través de uno de ellos conseguí trabajo en la Ferretería Rossi”.

Victoria entró a trabajar en Rossi a lsus 16 años.”En la administración, a veces como cajera. Allí me terminé jubilando. Toda una vida allí. Conocí los dos locales de la ferretería, el que estaba frente a la estación de ferrocarril y el que tiene ahora La Porta”.

El barrio era una fiesta

Imposible hablar de Villa Oviedo y no hacer referencia al Club Atlético Banfield. José Zorn, si bien no fue uno de los fundadores, siempre estuvo cerca del club. “Se fundó un 4 de julio de 1943. Mi papá estuvo en las comisiones, siempre cerca del club, que tenía la sede en la esquina frente de casa. Atendía también el bar”.

Pero a la hora de recordar momentos que marcaron a Villa Oviedo, Victoria no duda: “Recuerdo los carnavales que se hacían en Villa Oviedo, sobre la calle Santa María. Se armaban carrozas (recuerdo que Silvia, mi hermana salió en una, vestida de sirena). Era todo el barrio que trabajaba para que fuera una fiesta muy linda, con kioscos, música, mucha alegría y los vecinos trabajando juntos”.

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Los bares y las pistas de baile siempre fueron una marca registrada del barrio. “Recuerdo la de Banfield, que al principio era de tierra. Luego le pusieron baldosas. Iban orquestas, se armaban lindas fiestas, con mucha música”.

A esta altura de la charla, a Victoria se le vienen muchos más recuerdos a la mente. Recuerdos que intentaremos ordenar en estas líneas.

“En el barrio hubo siempre una cultura del trabajo muy importante. Con lo poco que ganaban, se iban haciendo de a poco la casa. No había otra más que trabajar duro. En la esquina frente a nuestra casa estaba el almacén de López, donde íbamos a comprar. Era la carnicería de los Maure y el almacén de ellos. No había mucho más por aquella zona. Al lado del almacén de López estaba el Dispensario. Ahí trabajaba de enfermera Angela, que siempre estaba dispuesta con la gente de la zona”.

Claro, cómo no recordar sus años niños, sus años jóvenes...

”Mi vida fue en Villa Oviedo. Recuerdo con mucho cariño las reuniones familiares en torno a una mesa. Eramos muchos, y servían para unirnos aún más.

“A papá lo querían mucho. Siempre participó en la vida de Villa Oviedo. Ibamos a la cancha, participábamos de las fiestas, fuimos parte del barrio y el barrio nos cobijó en todo sentido. Como todo inmigrante, mi mamá buscaba no olvidar sus raíces. Con la señora de Sulic, mi mamá aprovechaba para charlar largo rato en esloveno. Una forma de mantener un cable a tierra con su patria. El desarraigo siempre es complicado, y con paisanos cerca, se extraña menos”.

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José Zorn llegó a Argentina en 1929. Cuando hizo pie en la nueva tierra, llegó María, su esposa, junto a su hija mayor.
Provenían de un pequeño pueblo cerca de Liubliana, hoy capital de Eslovenia. “Un pueblito con lomadas, chiquito, íntimo… a los fondos del pueblo pasaba el tren rumbo a Alemania”.

Ellos vinieron en la entreguerra, a fines de la década del 20, buscando un futuro que encontraron en Alta Gracia, y en particular en Villa Oviedo. Allí fueron parte del paisaje del barrio, y aún hoy el apellido Zorn tiene implicancia en la zona.

“Mi vida fue Villa Oviedo”, repite Victoria.

Y razones no le faltan.

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