La historia de una ciudad se nutre de las historias de su gente, de sus vecinos. Y en este caso, el “Tambo de Uranga” es un mojón ineludible de la vida altagraciense.
El día que Borges colmó de cultura Alta Gracia
Fue el 15 de agosto de 1985, el Cine Teatro Monumental Sierras fue el escenario perfecto para la presentación de Jorge Luis Borges en Alta Gracia.
Cosas Nuestras24 de julio de 2020juan carlosFue el 15 de agosto de 1985, el Cine Teatro Monumental Sierras fue el escenario perfecto para la presentación de Jorge Luis Borges en nuestra ciudad.
El Maestro trajo consigo toda su sabiduría,su filosofía y hasta su faceta de buen humor a la hora de responder cada una de las preguntas que le hizo un afamado panel.
La charla con Borges dejó infinidad de conceptos dignos de ser rescatados, muchísimas definiciones que pintan al escritor de cuerpo entero y que aún hoy nos permiten seguir conociéndolo más allá de su rica obra literaria.
Pero como siempre nos gusta decir en COSAS NUESTRAS, existen historias dentro de las historias. Y de eso se trata esta nota, de conocer todo lo que rodeó semejante presencia en nuestra ciudad. Los entretelones de la charla, cómo se dio, cómo surgió la idea y fundamentalmente, lo que sintieron aquellos que estuvieron cerca del escritor aquella noche de agosto de 1985 cuando el Cine Monumental se colmó con más de 1.800 almas ávidas de escucharlo y de disfrutarlo.
Siento el oficio de escritor como el único posible para mí. Necesito escribir. No busco temas, dejo que los temas me busquen y me encuentren. Hay momentos en que sé que hay un tema que quiere que lo trate o no, y de qué forma quiere que lo trate.
Jorge Luis Borges
Nace la idea
Para conocer sobre la llegada de Borges a Alta Gracia, charlamos con Jorge Michalópulos, por entonces a cargo de Cultura del Colegio de Abogados. “La idea era hacer un evento que fuera distinto, más allá de lo jurídico y que hiciera que Alta Gracia se pusiera en pie. Tenía en mente la idea, pero no el personaje. Con mi amigo Víctor Pujia, psiquiatra, nos reuníamos los viernes a tomar café y a filosofar. La idea de traerlo a Borges surgió una de esas noches en Scharu´s. Charlando, Víctor, me dijo ´Por qué no lo traés a Borges?´”.
Claro, es que Pujia era fanático del escritor e incluso lo había visitado una vez en Buenos Aires. Había podido palpar que era un hombre muy sencillo, muy accesible, más allá de su fachada. Conociendo ese perfil, los amigos se embalaron en la empresa.
“Mandamos una carta formal del Colegio de Abogados. Víctor se la llevó personalmente. Accedió muy gentil a venir. Es más, vino solo, sin nadie más. Lo fue a buscar Pujia a su casa junto a un colega suyo. Lo trajeron en avión. Se alojó en un hotel en calle San Jerónimo (Hoy es el Interplaza) y de ahí vino a Alta Gracia”, sigue contando Michalópulos.
A esta altura a Jorge comienza a ganarle la emoción, pese a haber pasado tanto tiempo. Sigue relatando: “La llegada a Alta Gracia fue apoteótica. En el Crucero lo esperaban los móviles policiales y una delegación.
Primero fue a mi estudio donde organizamos una conferencia de prensa. Se sentó en la sala de reunión y cuando le ofrecimos algo para tomar, solo pidió un vasito de agua”.
Siempre hay lugar para la anécdota: “Borges era un filo helénico. Apasionado de la cultura y la mitología griega. En un momento dado, mi papá le toma la mano y Borges, sabiendo que él era griego de nacimiento, le dijo: ´Don Teodoro, todos somos un poco griegos`. Por la cultura, claro.”
Diálogo abierto con Borges
Así se llamó el evento aquel 15 de agosto de 1985. Jorge Michalópulos sigue narrando: “De mi estudio, directamente fuimos al Cine Monumental, que se llenó como nunca. Y cuando digo se llenó, se llenó. No entraba más nadie, algo espectacular.
Además, a nuestra secretaria del Colegio de Abogados la habíamos preparado. Ella, Diana Márquez, era la presentadora.
Ella lo presentó y toda la gente estaba mirando hacia el escenario esperando que Borges apareciera tras los cortinados y… nosotros con el maestro entramos caminando por el pasillo. Fue una emoción muy grande. La gente aplaudía de pie. Todavía hoy me emociono cuando lo recuerdo”.
Pero justo es nombrar a quienes estuvieron en el panel en tan importante evento: “Cuando formamos el panel, quisimos darle lugar a la mujer, entonces convocamos a la Sra. María Rosa Puig que era profesora de literatura, y a la Sra. Amalia de Altamira que era profesora de Filosofía, las dos muy afectas a la literatura de Borges y conocedoras de toda su obra. Estaba el Dr. Teodoro Isaac, un psiquiatra profesor de la Universidad Nacional, el Dr. Marcelo Sammartino, que era Fiscal de 1ra instancia, Víctor (Pujia) y yo”, rememora Jorge.
Un Borges impensado
El encuentro en Alta Gracia permitió que tanto organizadores como público en general descubriera un Borges tal vez impensado para ellos. “Fue todo muy ameno. Después de esa charla, la gente cambió la óptica sobre Borges. No sé si ya se estaba despidiendo de la vida o qué (a los nueve meses murió), pero estaba con una sonrisa permanente, un Borges distinto. Muy ameno, muy simple. Esa fachada de hombre inaccesible era solo eso, una fachada”.
Borges demostró un sentido del humor muy fino durante la charla, lo demostró en varias de las respuestas que dio.
Disculpe, maestro, ¿Lo puedo llamar Jorge Luis?
“Si, claro, incluso es mi nombre”
Cuenta Michalópulos que la relación con el escritor se prolongó hasta la noche: “Luego de la charla, fuimos a cenar a la casa del Dr. Isaac, en Córdoba y comprobé que era un hombre extremadamente simple, capaz de hablar de forma amena con todo tipo de gente, de cualquier nivel cultural. Fui el primer sorprendido, fue como si hablara con cualquier amigo. Una experiencia impresionante”.
Fue en aquella cena cuando Borges dijo que se había sentido muy ameno, muy feliz y cómodo y muy acompañado. “Y creeme que era un hombre que si no lo sentía así, no lo hubiera dicho”, aclara Michalópulos.
Simetrías de la vida
No fue ésta la primera visita de Jorge Luis Borges a Alta Gracia. Unos cincuenta años antes había visitado nuestra ciudad, pasando unos días de vacaciones y había parado en el Hotel Suizo, que estaba en la esquina de lo que hoy es Avenida Belgrano y la calle Olmos.
Esto le sirvió al escritor para hablar de lo que llamó “simetrías de la vida”. Dijo en un pasaje de la charla: “las simetrías que tiene la vida, volver después de tantos años a Alta Gracia y hacerlo casi al mismo lugar donde estuve la vez anterior”.
Así de simple y profundo a la vez a la hora de sus reflexiones, demostrando en cada respuesta que detrás del escritor había un ser humano sensible, Borges engalanó la ciudad en el escenario del Cine Teatro Monumental Sierras.
La cultura de la ciudad, aún hoy se lo reconoce y agradece.
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