Juan Adolfo Turri: el grandote bueno que se convirtió en ídolo
Tremendo deportista y una persona sin igual. Juan Turri fue y será uno de los grandes ídolos del deporte de Alta Gracia.
Vélez Sarsfield, una de las instituciones señeras de nuestro deporte inauguraba en 1950 sus instalaciones en pleno centro de la ciudad.
Alta Gracia Deportiva06 de diciembre de 2020juan carlosEstaba terminando 1950, “Año del Libertador Gral. San Martín”, y el Club Atlético Vélez Sarsfield, una de las instituciones deportivas que más gloria le dio a nuestra ciudad, se disponía a inaugurar sus nuevas instalaciones.
Vélez Sarsfield, nacido en el corazón de barrio Norte, fue fundado el 3 de setiembre de 1930. A contramano de lo que fue su rica historia, el primer deporte que practicó fue el fútbol. Luego le sumó el básquetbol, disciplina por la cual terminó inclinándose el resto de su vida, hasta 1982 en que formó parte de la fusión de clubes que dio nacimiento a la Asociación Deportivo Norte.
Pero retomemos la historia de la “nueva” cancha de Vélez, para la cual la entidad “roja” trabajó a destajo, consiguiendo tener las mejores instalaciones de Alta Gracia, y una de las modernas de la provincia.
Los diarios de la época, como “Tribuna” o “La Palabra” saludaban felices el emprendimiento. “Vélez inaugurará su quinto y definitivo estadio”, decían en sus titulares. Claro, es que el club había deambulado por distintos sitios durante sus primeras dos décadas de vida, y ahora parecía determinado a tener su definitivo emplazamiento.
Poco antes, se había visto obligado a levantar las instalaciones de su cancha de básquet de calle Prudencio Bustos, en razón que el terreno que ocupaba fuera vendido por su dueño. Había que mudarse, y la idea era hacerlo a un predio céntrico. Por ello, se eligió el lugar que tiene ingreso por España 135. Para que la gente se ubique, es donde actualmente hay oficinas municipales, y anteriormente funcionara el gimnasio del viejo Nacional y luego el Bingo de la ciudad
Las publicaciones de la época no tienen desperdicio a la hora de contar este hecho, sin dudas de gran relevancia para el deporte y para la ciudad a mitad del siglo pasado.
Veamos: “Con la nivelación del terreno han comenzado los trabajos del nuevo estadio. Hasta este momento han construido una gran cantidad de mosaicos para el piso de la cancha en la fábrica de los hermanos Ferreyra, viejos simpatizantes de la institución”, decía un artículo dando cuenta que las tareas las hacían en forma conjunta directivos, socios y deportistas, trabajando sin descanso.
Pero conforme se acercaba la fecha de inauguración, los periódicos ampliaban sus elogios hacia lo que serían las nuevas instalaciones velezanas.
Es que se trataba, sin dudas de una infraestructura novedosa, moderna, superadora a todo lo que había en la ciudad.
“Como aquel muchachito que se ancló en París y jamás pegó la vuelta, será difícil que Vélez abandone el lugar que hoy ha elegido en calle España. Allí se tiró una señora cancha, con más pinta que un traje dominguero”, adulaba el diario La Palabra, que más adelante no escatimaba elogios: “El doble que jamás se olvidará entre la hinchada de Vélez es el que ofreció su ex presidente, Don Carlos Antonello que al tirar al ´aro´ ($$$) paró la cancha que todos soñaron... embaldosada y compadre”. El presidente del rojo por aquellos días era Mirco Rugani, que entre carrera de autos y carrera de autos, también conducía la institución. Presidencia que no le impedía arremangarse y trabajar como los demás al momento de las obras del nuevo estadio.
Por aquel entonces, las instalaciones de los clubes, cuando no precarias, apenas si tenían lo necesario. En este caso, Vélez ofrecía una cancha con medidas internacionales, que tenía aros removibles (toda una novedad) y que permitía que la cancha fuera utilizada para otras disciplinas deportivas.
Además, las nuevas instalaciones contarían con un escenario magnífico, “donde podría actuar cualquier compañía teatral, contando con cómodos vestuarios, secretaría, buffet, cuartos de baños, dos boleterías, en fin, de todo como en botica”, según la columna Biografía Deportiva Sintética del periódico La Palabra.
Finalmente, llegó el gran día de la inauguración, con un programa deportivo y social que duró más de una semana, que dio inicio los últimos días del mes de diciembre de 1950, y marcó agenda los primeros días del año naciente.
La noche de la inauguración (porque tenía iluminación artificial) contó partidos de basquetbol y una exhibición de gimnasia a cargo de Juan Nicolás Caviglia y de César Santamaría.
En los días sucesivos, hubo eventos sociales, más básquet y hasta unos partidos de hockey sobre patines donde fue invitado General Paz Juniors y Véelez se lució con su propio equipo representando a la ciudad. Pero eso no fue todo. Mientras el básquet iba definiendo su certamen, una de las noches hubo un festival de boxeo, con pugilistas del Córdoba Sport; hubo demostraciones de gimnasia, lucha romana y libre, catch y hasta levantamiento de pesas.
Los festejos se extendieron hasta el día 7 de enero, cuando actuaron los cuerpos de cadetes de Gral. Paz Juniors y de la Municipalidad de Alta Gracia dirigidos por el Maestro Rodolfo Bútori. Por la tarde de la jornada de cierre, hubo una carrera de fondo con los mejores maratonistas de la provincia, para finalizar a la noche con un acto social y la entrega de premios de cada uno de los eventos organizados. Lo que se dice.. ¡un fiestón!
Vélez, es justo decirlo, fue una de las instituciones señeras en el deporte local, conociendo épocas de oro. En los años 40 y 50, los equipos velezanos brillaron bien alto en el firmamento deportivo de una ciudad en la que el básquet se coronaba como uno de los deportes más representativos. Marcelo Vicente, Ventura Uranga, Raúl Fuentes, Armando Vicente, Raúl Gervasi, Luis Ruggeri, Nicolás Infante, Carlos Ferreyra, Nicolás Lasansky, Mateo Rugani, Juan Docampo, Antonio Linares, Oscar Frigerio fueron (a riesgo de olvidarnos de algunos) los deportistas que hicieron historia. Multicampeones defendiendo la “roja” y base de la selección local.
Pero aquellos que habían pensado que éste sería el definitivo emplazamiento del club, se equivocaron. Luego de varios años de ser el epicentro de las reuniones deportivas y sociales de la ciudad, Vélez volvió a mudarse, para volver a su barrio Norte natal. Allí, en la primera cuadra de la calle Ecuador, territorio de los Vicente fundadores del club y símbolos deportivos de la entidad, armó la que sí fue su sexta y definitiva cancha.
Pero aquella, la que tuvo en el centro, fue inolvidable. Por la modernidad, por su glamour, por lo que representó como logro de una entidad pujante.
Por ello, quisimos recordar la historia del día que Vélez dejó el barrio para mudarse al centro.
(Agradecimiento a la familia Vicente por los datos y las fotos de este artículo)
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