La “Técnica”: los patitos feos que supieron cómo hacerse cisnes

Ellas se hicieron fuertes en base a la amistad y a querer abrirse paso en la vida, quizás sin saber que estaban escribiendo historia.

Todo inicio es complicado y de esa complicación nacen las metas, se hacen fuertes las amistades y se afirman los vínculos afectivos con una institución. Por eso, reunimos a tres de las primeras alumnas que tuvo el Bachillerato Técnico Independencia (“la Técnica”), hoy IPEM 97. Y dejamos que la historia de los primeros años de esta escuela la contaran ellas.

Todo se remonta al año 1968…

Graciela Asúa, Mirta Susana Cañete y María Virginia Turri. Ellas fueron quienes nos contaron la historia. Mientras una de ellas inició en 1968, las otras un año más tarde. Pero se recibieron juntas. ¿Qué pasó?
“Algunas empezamos en el 68. Otras en el 69. Ocurrió que las del 68 hicimos hasta cuarto año. De más de veinte que iniciamos, llegamos solo 5 y no nos abrían el Quinto año. Tuvimos que esperar a la promoción siguiente para ahí si cursar juntas los dos últimos años (porque eran 6 años por ser técnica). Con 14 alumnas emprendimos el final de nuestra secundaria”. Y se convirtieron así en la Promoción 1974”.

Es bueno nombrarlas: Norma Quinteros, Alicia Savino, Noemí Sosa, Araceli López (fue maestra de manualidades en el Nacional), las hermanas Adriana y Nora Maldonado, Rosita López, Blanquita Yañez (un uruguayita que vino a vivir a Alta Gracia con las monjas Vicentinas), Irma Bustos e Isolina Coronel.

Hay que decir que antes de ser el Bachillerato Técnico Independencia, la escuela funcionaba solo como Ciclo Básico, con solo 3 años de cursado y las egresadas salían como Maestras de Manualidades. El Bachillerato además, capacitaba y daba título en las especialidades de Corte y Confección y de Manualidades. “Eran seis años, como El Obraje. Era un secundario donde aprendías un oficio, era muy útil para las vida”.

La directora era Nélida Rauch. Las profesoras: Ana María Espósito, Lilian Mensio, Tita Di Battista de García y las tres hermanas Ellese: Teresa, Elvira y Alicia. También Gloria Pidoux,  Elda Ramos, Norma Arceguet, Judith Antonello, Hilda y Graciela Amato... “No teníamos preceptora pero la teníamos a Doña Elvira, que era la Portera y nos acusaba a todas!!! (risas). Además de portera tenía su kiosquito en la escuela. ¡Si  la habremos hecho renegar…!”

Pero hay mucho más: “No teníamos bancos, usábamos un tablón grande porque lo necesitábamos para las telas. Cada fin de año, se exponían los trabajos realizados y se culminaba con un desfile de modas. Las chicas de la Técnica éramos los “patitos feos” de los secundarios de Alta Gracia, pero nosotras nos divertíamos mucho, salíamos juntas a bailar, hicimos fuertes amistades y crecimos en amistad, además de aprender como en cualquier otro colegio. ”.

Las chicas siguen desgranando recuerdos: “Los Intercolegiales eran fantásticos. El duelo era con las Monjas (Misericordia). Teníamos un buen equipo de Pelota al Cesto”.

El esfuerzo valió la pena

“Por aquel tiempo, compartíamos la Escuela con el Registro Civil. Solo había 3 aulas y la dirección. Alumnas y padres empezamos a hacer eventos, rifas, ferias de platos y hasta pollas de fútbol todos los fines de semana para poder levantar al menos dos aulas más. Se consiguieron los materiales cuando íbamos a 3º año, la Municipalidad puso la mano de obra y se consiguieron construir las dos aulas tan necesarias”.

Trabajar por un sueño

Un capítulo inolvidable para todas ellas fue su viaje de egresadas. “Comenzamos a trabajar para nuestro viaje de estudios. Un viernes por mes, Krakatoa nos daba la posibilidad de cobrar la entrada al boliche y de manejar el guardarropas (¡Lalo, un grande!). Además, en agosto de 1973 nos llamaron de la Dirección de Turismo para participar de los primeros quinchos estudiantiles que se realizaron en la ciudad. Al ser todas mujeres, nos ayudaron a armar el quincho los chicos de El Obraje.

Al año siguiente nos volvieron a invitar y además, presentamos una carroza (que armamos en los fondos de la Panadería Martínez, en calle Liniers) y una reina. La carroza era una enorme ostra con un mecanismo que se abría y cerraba, tirada por caballitos de mar. Sentada adentro de la ostra, nuestra reina, Alicia Savino. Y a los costados, iban las sirenas. Y llegó el gran día, eligieron como Reina a nuestra compañera y además ganamos el premio a la Mejor Carroza y al mejor quincho. Como premio, obtuvimos una linda contribución. Todo fue al pozo para el viaje de estudios, claro. Antes, pasamos por Stuttgart para festejar. ¡¡Hermosas épocas!!

Los comercios de nuestra ciudad contribuían mucho con los materiales que pedíamos. Y no solo los materiales, ¡hasta los chorizos para los choripanes eran donados!. Entre las actividades que organizamos, hasta nos animamos a realizar una carrera de karting en barrio Cafferata. Y fue por una fecha del Campeonato Cordobés. 

¡Feliz Domingo!

Otro capítulo fue el viaje a Buenos Aires: “En aquel entonces, por Canal 9 se emitía el programa Feliz Domingo. Allí iban los quintos años de los colegios para participar de juegos y ver la posibilidad de ganar el premio final, que era nada menos que el viaje de estudios para toda la promoción. ¿Vamos? – dijimos- y allá fuimos. Como siempre, salimos a golpear puertas. La Satag nos regaló el viaje a Buenos Aires y el Centro de Comercio ayudó económicamente con el combustible. Viajamos, dormimos en el colectivo y al otro día estuvimos en el Canal. Ese día en el programa actuó Industria Nacional”.

Allá fuimos, Mar del Plata

Con lo recaudado nos fuimos 10 días a Mar del Plata. Con nosotras se sumaron otras 3 chicas que venían un año atrás, pero trabajaron y se vinieron con nosotras porque su promoción no iba a viajar. En total fuimos 11 las que viajamos. Y como éramos pocas, viajamos junto a los chicos de un colegio de Córdoba para llenar el colectivo. Nos sobró plata que repartimos entre todas y ninguna tuvo que pedirle una moneda a los padres. Hasta tuvimos un fondo para emergencias”.

El egreso, la vida...

“El acto de egresados lo hicimos en la misma escuela y la fiesta en el salón del primer piso que tenía la confitería San Remo”.

“Hoy estamos dispersas por distintos lugares, pero siempre en contacto, porque el recuerdo y las vivencias forjadas por años siempre estarán”, dicen orgullosas sabiendo que supieron convertirse en cisnes a base de amistad.