ALTA GRACIA Y EL CINE: UNA DE AMOR Y FANTASÍA

Alta Gracia y el cine: una de amor y fantasía a sala llen

Cosas Nuestras 11 de octubre de 2020 juan carlos juan carlos
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Cuando la ciudad no hace tanto que recuperó al viejo y querido Cine Monumental Sierras, en COSAS NUESTRAS quisimos hacer un homenaje al cine. Pero no sólo al Monumental. Al cine. Al séptimo arte en su relación con Alta Gracia a través de los años.

Por ello, la idea de reunir memorias colectivas, nombres, lugares, salas, personajes, películas, directores, actrices e historias que relacionen la pantalla grande con el pago chico.

Y así, casi sin proponérnoslo, fueron surgiendo decenas de películas relacionadas de una u otra forma con Alta Gracia. Algunas filmadas en la ciudad o alrededores; otras dirigidas o actuadas por personas del lugar. Y se fue armando la historia, como si fuera un guion cinematográfico, un libreto escrito colectivamente por aquellos habitantes de la ciudad que se niegan a perder la memoria. Una historia plena de amores y desencuentros; de éxitos y de fracasos. De recuerdos y de proyectos. Una historia que comienza, aunque parezca mentira, hace ya más de cien años...

Tiempos de biógrafo

Alta Gracia era poco más que una aldea cuando allá por 1912, se inauguraba el primer salón dedicado a proyectar películas. El 30 de marzo de 1912 abría el Sierras Teatro. “Es una espaciosa sala con palcos altos y bajos y un buen número de plateas que por el momento se dedica a la exhibición de películas. Fue construido frente a la esquina oeste del Tajamar”, expresa Oscar Ferreyra Barcia en sus detalladas y fantásticas memorias. “En la vereda sur, sobre la Avenida del Tajamar (hoy Padre Viera) un salón donde se exhiben películas cinematográficas, se realizan festivales boxísticos y durante el carnaval se efectúan bulliciosos bailes que no gozan de buen nombre y siempre terminan en riñas y disturbios”, agrega Ferreyra Barcia.

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Juan Doulot y su familia eran los propietarios del Sierras Teatro. Luego lo vendió para comprar el Hotel Richmond. Las funciones empezaban a las ocho de la noche y terminaban a las once. Convocaba a gente tanto del “Alto” como del “Bajo”. 

Doulot traía los jueves las películas desde Córdoba y las tenía hasta el domingo. Obviamente, eran mudas. Eran dos o tres películas y el intervalo. Las películas se proyectaban con una moviola a manija, que estaba sobre un trípode. (Datos aportados por la mítica revista El Alma que Cuenta”).

Pero no mucho después surgió otro ámbito altagraciense, también ubicado en la zona céntrica de la villa: el Hotel Suizo (ubicado en la actual esquina de Belgrano y Olmos), también proyectaba cine. Unos años más tarde, en 1917 y luego de estar cerrado, su nueva dueña, Rosa Pérez de Koening habilitó un salón para cine y espectáculos teatrales que funcionaba en invierno pues en verano siguieron las exhibiciones cinematográficas al aire libre en su hermoso patio jardín.

Alta Gracia estaba creciendo, y la oferta en los nuevos entretenimientos que ofrecía el mundo, de a poco se iba haciendo presente en la ciudad para regocijo de su gente.

Llega el “Plaza”

No pasó mucho para que Alta Gracia tuviera una nueva sala. Uno de los pioneros de la ciudad, Don Carlos Bossi (dos veces intendente, y uno de los primeros y más caracterizados referentes del radicalismo por estos pagos) abrió las puertas del “Cine Plaza”. Llevaba ese nombre porque se instaló frente a la plaza. A la Plaza Mitre, que por ese entonces se llamaba “Liniers” y cuya superficie albergaba lo que fue la primera cancha de fútbol “organizado” de la ciudad.

Bien en pleno corazón del “Bajo”, donde luego se instaló la Texto Fabril, abrió sus puertas, con una particularidad: la pantalla estaba instalada en el ingreso a la sala, no al fondo como todos los demás. Ello, en previsión de posibles accidentes ígneos (muy comunes en aquellos tiempos del celuloide), para favorecer la evacuación del público. Lo que hoy sería, una sala preparada con salidas de emergencia directas a la calle.

Allí, frente a la hoy Plaza Mitre estuvo este cine que fue de Bossi primero y que luego se mudara al centro, cuando su familia encabezada por el escribano Juan Carlos Apolinario Bossi, hizo sociedad con Angel Crespi y Augusto Frías (que ya venían manejando el Cine Avenida). Sociedad y cambio de nombre: pasó a ser definitivamente el Cine Plaza, tal como lo conocimos de ahí en más. Años después, Bossi le vendió el cine a Néstor Ernesto Villar, quien fue el dueño de la sala hasta que cerrara, en los años ochenta.

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Villar no era un improvisado en la materia, ni mucho menos, ya que hacía tiempo ya manejaba el Cine Ateneo, otra de las opciones de entretenimiento que tenía la ciudad. El Ateneo estaba ubicado en propiedad de la curia, donde funcionó hasta hace poco el Colegio El Obraje. Era una sala que se especializaba en películas de acción y aventura, y que luego fue reconvertida en aula de la escuela parroquial.

Paréntesis necesario acá, para decir que barrio Sur tuvo su cine en el Oratorio Salesiano. El “cine de los curas” fue durante años el refugio para los niños del sector, sobre todo para aquellos a quienes les era imposible pagar una entrada. Sería injusto obviarlo a la hora de recorrer estos jirones de historia de Alta Gracia. Ahora sí, sigamos contando...

Nace el gigante de la Avenida Belgrano

El Cine Teatro Monumental Sierras nació para ser grande. No sólo por su estructura gigantesca; ni siquiera por su capacidad y tecnología única para la época. Nació para hacer historia porque por allí pasó la vida de la ciudad desde 1954.

Abrió sus puertas el 4 de diciembre de aquel año con una función de gala que tuvo la premier de la película “Marianela” y durante más de tres décadas albergó las fantasías de la pantalla plateada y los besos de los enamorados, pero también los sueños de los egresados y las ansias de triunfar de actores, músicos y cantantes.

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El “Monumental” fue el escenario por excelencia para la cultura de Alta Gracia. Allí debutaron Los Runa, bailaron las academias de danzas, tuvo su época dorada el teatro local, fue tribuna política, y en uno de sus últimos y resonantes capítulos, el genial Jorge Luis Borges lo engalanó con una charla magistral a sala llena que todavía se recuerda.

Y aquí, una vez más, la historia de Alta Gracia nos pone de frente a uno de sus grandes hacedores, uno de los verdaderos pioneros que dejaron mucho (por no decir casi todo) movidos por el amor a la ciudad: Oscar Rodríguez Ares.

Fue él quien comenzó con la “locura” de hacer una sala que marcara diferencia con el resto de las existentes en el país, incluso de Sudamérica. Fue él quien quien encabezó CICOMER S.A., como principal accionista y quien convenció a la ciudad que debía involucrarse en el proyecto. Formaba parte del Centro de Comercio, era referente de importantes sectores de Alta Gracia y -fundamentalmente- era una persona confiable, creíble y emprendedora a quien esta ciudad aún le está debiendo un merecido reconocimiento a su aporte para el crecimiento y engrandecimiento de ésta, nuestra “patria chica”. 

Por el Monumental pasaron cientos, miles de películas. Porcel y Olmedo charlaron con John Waine y Silvester Stallone; los personajes interactuaron con varias generaciones de altagracienses que alguna vez colmaron su sala, y otras vivenciaron su gigantesco frío. Su decadencia fue una irremediable consecuencia de los nuevos tiempos. Hoy cuando hace relativamente poco fue reabierta esta maravillosa sala, vemos que tras los cristales de su entrada puede abrirse un nuevo tiempo para la cultura de la ciudad. Ojalá así sea.

Historias de amor a sala llena

La relación de Alta Gracia con el cine ha tenido y tiene versiones viejas, en blanco y negro, unos cuantos pincelazos a color, éxitos cinematográficos, bodrios a la enésima potencia y auténticas joyitas encerradas en cintas que dejan ver la ciudad de ayer, y también la de hoy.

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Tal vez la película que relaciona a Alta Gracia con el cine haya que ubicarla allá por 1943 con la película “Fuego en la Montaña”, basada en el libro del Dr. Arturo Lorusso, caracterizado médico y muy buen escritor de la ciudad. El Castillo Hernández (al lado del Museo Falla), el arroyo, la Gruta, son algunas de las locaciones que pueden verse en la cinta dirigida por Carlos Torres Ríos. 

En “Una ventana a la vida” (1953) encontraremos imágenes de altísimo valor documental, de la plaza Solares, la estación de ferrocarril y fundamentalmente, de la Cantera del Cerro. Postales en movimiento y en blanco y negro que le dan valor al trasfondo de un triste novelón de amor. 

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El mismísimo Sandro en 1971 filmó “Siempre te amaré”, con escenas en el Cabalén y en la confitería del Golf Club. 

La filmación de “Nazareno Cruz y el lobo” revolucionó Alta Gracia ya que fueron muchos los muchachos y chicas que actuaron de extras en varias escenas. Leonardo Favio la filmó en la zona de La Paisanita, allá por 1974.

En 1978 (y hablando de bodrios), pasó con un puñadito de escenas del Tajamar “Patolandia Nuclear”, cuyos actores y productores se alojaron en el Sierras Hotel.

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En 1998, la peli “La cara del ángel” dejó ver imágenes del Reloj Público, la calle Nieto, el Museo de la Estancia y el primer paredón. Pasó sin pena ni gloria por los cines, sin casi dejar huella, pese a que tuvo buenos protagonistas.

Tres años después, “La Ciudad de los hombres lactantes” se filmó en blanco y negro con algunas escenas en el viejo Hotel Alta Gracia. Mereció más repercusión.

Hubo que esperar hasta el 2011 para que volvieran a filmar en Alta Gracia. Fue para “La Patria Equivocada”, que mostró la calle Nieto, el Museo de la Estancia, la Iglesia y el Tajamar en épicos combates. Mucho humo y poca calidad.

A estos films realizados por “foráneos” habría que sumarle “Manuel de Falla: músico de dos mundos” (2009), a medio camino entre la novela y el documental. También cabrían en la lista “Chingolo, el vuelo de Miryam Stefford” (2011) y “Agosto Final” (2016), ambas sobre la historia de Barón Biza; o “La Misión Argentina” (2014), que cuenta la hazaña de los Torino en Nürburgrin y tiene testimonios locales e imágenes de la ciudad.

Los pioneros locales

A la hora de hablar de Alta Gracia y el cine, mal haríamos en dejar de lado las primeras expresiones fílmicas que tuvo la ciudad, de la mano de realizadores locales.

Los primeros testimonios habría que buscarlos allá por los años ochenta, de la mano de Carlos Zejdlik. Películas con mensaje religioso pero que tienen el valor de mostrar hoy rostros y paisajes urbanos de una ciudad que ya no es.

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“Anatomía” (1986), “Teatro de Títeres” (1988), “El último samaritano” (1991) y “La Torre de Siloé” fueron los títulos que nacieron de las cámaras del viejo Canal 4. Hoy, verdaderas reliquias documentales. Eduardo Noelac, Cristina del Pino, Mario Pereyra, Edgardo Rametta, Francisco Caliguiri, Juan Manuel De Césari y hasta el mismísimo “Loco” Emilio actuaron en aquellos filmes.

Siguen los títulos

Con el correr de los años y los avances tecnológicos, fueron creciendo también las iniciativas cinematográficas en la ciudad. Aparecen creaciones producidas, dirigidas y protagonizadas por gente de Alta Gracia. Ejemplos de ésto son “La Conjura”, con un trasfondo social y policial de Daniel Brian, o “Picando boletos”, también de Brian, dentro del proyecto Ficciones de Barrio de la mano de la productora El Monstruo de la Bateita. 

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Por su parte, el periodista, escritor y videasta Luis Altamira viene produciendo y dirigiendo desde 1993, trabajos de alta calidad: “La prodigiosa tarde de Baltasar”, en base a un cuento de García Márquez; “Manos” (1995); el documental “Che, un argentino del siglo XX” (2000), “La máquina de hacer pájaros” (2006), documental sobre el humorista Crist y “Una mano para Inodoro” (2010) -basada en el trabajo de Oscar Salas reemplazando al Negro Fontanarrosa en sus último dibujos- son sus trabajos, muchos de los cuales fueron galardonados y presentados a nivel nacional e internacional.

El cine hace escuela

El IPEM 97 tiene orientación en comunicación, y sus docentes y alumnos han producido buenos cortometrajes de ficción en los últimos tiempos, utilizando recursos propios y echando mano a los propios chicos a la hora de las actuaciones. El edificio escolar, los espacios públicos de la ciudad son algunas de las locaciones en estas películas que han sido exhibidas y premiadas en el ciclo “Cine Tiza”.

“El otro yo”, “Códigos de Barrio”, “Mito o Realidad”, “Leyenda La Rosa Roja. Santiago de Liniers” y “La Bruja” son algunos de estos ejemplos. Muchos de ellos se pueden encontrar y ver por Youtube. También en el Anglo Americano han habido avances en materia de producciones fílmicas.

 Tomar conciencia

Los trabajos fílmicos en Alta Gracia también han servido para que el público tome conciencia de algunos temas importantes. “El duende del olvido”, coproducida por el IPEM 97 y por Crecer, es un buen ejemplo de esto, al igual que “La última página” o la reciente “Antes que se apague”, dirigidas por Marcos López y protagonizada por actores amateurs de nuestra ciudad, tocando problemáticas sociales. 

La producción “Distantes” (2017) es sin dudas el trabajo donde más se involucran las instituciones públicas ya que una de las productoras es el propio Hospital Illia (conjuntamente con la Fundación Rosas), y la problemática, el HIV. Más allá de clichés propios de los trabajos sobre este tema, la producción cumple con el objetivo de crear conciencia social sobre la problemática.

Final abierto

La película continúa, y si bien Cosas Nuestras bucea en la historia, no puede pasar por alto que las producciones de cineastas o videoastas locales continúan, y que alguna vez pasarán a ser historia a recopilar por futuras generaciones.

Proyectos como “Las Máquinas del Cielo”, un extraordinario trabajo de ciencia ficción de Carlos Bocardi, o versión de “El Principito” de un soñador y talentoso como Mauro Rodeiro no debieran quedar afuera de la lista. Pero bueno, al igual que esta producción del niño del asteroide, esta película tampoco ha terminado aún.

Queda claro que la relación de Alta Gracia con el cine va mucho más allá de un edificio o de una pantalla. Desde 1912 a esta parte, los altagracienses hemos ido escribiendo un guion rico en historias y anécdotas que muchas veces trascendieron los límites de una película, y terminaron formando parte de la vida misma de generaciones y generaciones de personas de estas tierras. 

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En este trabajo de recopilación y de menciones históricas, hemos tratado de reunir los filmes que por uno u otro motivo, tienen que ver con Alta Gracia.

También nos ocupamos de hablar de “los” cines de la ciudad. Desde aquel humilde de barrio, de los curas salesianos hasta la imponencia del Monumental. Desde el primigenio Sierras Teatro al Plaza, pasando por el Avenida y el Ateneo

Alguien, alguna vez, supo mencionar que hubo un cine “Pellegrini”, allá por los años iniciáticos de la década de 1910. Pero si lo hubo, ningún registro ha quedado de aquella sala, de no ser una tímida publicidad aparecida en “El Progreso”, el primer periódico editado en la incipiente villa de Alta Gracia.

Han quedado muchos temas en el debe de esta entrega y estamos seguros que el final aún no fue escrito.

Nota: este trabajo no hubiera sido posible sin los aportes de información, datos, material y la memoria de amigos como Walter Villarreal, Luis Altamira, Varón Villar, Alberto Frau, Van Rigoni, Analía López, Sylvia Martínez, Daniel Villar, Juan Carlos Bossi, Francisco Caligiuri y muchos lectores que fueron aportando recuerdos. Hemos tomado datos de artículos aparecidos en “El Alma que cuenta”, y de los libros de Oscar Ferreyra Barcia. A todos muchísimas gracias por compartir recuerdos y trabajos.

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