LA HISTORIA DE DOÑA SARA Y UNA BANDERA PARA LA CIUDAD

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Cosas Nuestras 15 de noviembre de 2020 juan carlos juan carlos
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Era yo un chiquilín, cuando ingresé no diría a trabajar sino a aprender, al estudio publicitario Antomarioni, mientras simultáneamente asistía al colegio Nacional y cursaba en las escuelas de Arte Zier Dibujo Publicitario. Naturalmente en aquel estudio de Publicidad trabé una afectuosa relación con toda la familia de Coco Antomarioni, entre ellos, su suegra, Doña Sara Cominotti de Valdez.

Al instalarme en mi propio lugar de trabajo, pues Antomarioni se fue de gerente a la concesionaria IKA como es lógico suponer, los encuentros fueron menos frecuentes, salvo algunos de casualidad callejera.

Allá por el año 84 a poco tiempo de haber asumido al gobierno Municipal, una mañana me anunciaron que una Señora quería verme (que parecía tener mucha confianza conmigo), para mi más íntima satisfacción aquella persona, era Doña Sara.

Luego de la evocación al pasado y las reciprocas manifestaciones de afectos, esta importante como desapercibida mujer, extrajo cuidadosamente, doblada en una cajita de cartón que al desplegarla advertí que era una hermosa bandera de ceremonia… diciéndome… "mirá Audino, el Instituto Belgraniano se ha disuelto, yo creo como presidenta de esta Institución, que el despacho del Intendente es el mejor lugar para que pueda preservarse"; entre sorprendido, y emocionado, agradecer sabía a muy poco, un discurso era un exceso, para las cuatro o cinco personas que estábamos, solo le dije que era un compromiso de honor exhibirla y que presenciara orgullosa los actos cotidianos del Intendente Municipal. Por la tarde llamé al Concejal Hugo Arrieta, amigo de la infancia, y fundamentalmente ebanista y amante de la cultura de transformación de la madera, lo impuse del motivo de mi llamado.

A los pocos días, Hugo trajo un mástil con un hermoso pie de cedro achuelado. En una dependencia del Municipio trabajaba un joven discapacitado, Daniel Orlando, conocido mío de años atrás, que trabajaba en cobre y aluminio repujado, quien desinteresadamente grabo nuestro escudo nacional, que completó el pie de cedro.

A partir de allí y por todos los años que duraron nuestros gobiernos, la enseña gloriosa, que perteneciera al Instituto Belgraniano de Alta Gracia fue majestuosa testigo presencial de las actuaciones de funcionarios e Intendente Municipal y naturalmente los vecinos de la cuidad.

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