El trovador enmascarado que enamoró a todo un continente

Fernando Borges, en definitiva el alter ego de Fernando Ingratta, consiguió llegar a lo más alto del firmamento artístico y musical del país y el continente. Las mujeres se emocionaban hasta el alarido por él cada vez que cantaba, y al resto de los mortales no le quedaba otra que admirarlo y respetarlo.

Cosas Nuestras14 de julio de 2024juan carlosjuan carlos
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Fernando Borges, en definitiva el alter ego de Fernando Ingratta, consiguió llegar a lo más alto del firmamento artístico y musical del país y el continente. Las mujeres se emocionaban hasta el alarido por él cada vez que cantaba, y al resto de los mortales no le quedaba otra que admirarlo y respetarlo.

La historia de “El Trovador Enmascarado” marcó para siempre la carrera de Fernando Borges, pero fue solamente un pasaje de una trayectoria enorme que en pocos años lo convirtió en cantor, compositor, músico y actor.
Fernando Borges fue idolatrado por las mujeres, admirado por los hombres y respetado por todos.

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Como artista, y también como persona íntegra, supo ganarse el reconocimiento tanto arriba como abajo de los escenarios que pisara.

Tal cual ocurre con tantas otras personas relacionadas con Alta Gracia, Fernando no era nacido en nuestra ciudad, sino que adoptó y se dejó adoptar por nuestra tierra. Alta Gracia lo convocó por cuestiones familiares, y aquí se aquerenció, fue comerciante, artista y hasta funcionario municipal.

En estas calles conoció a grandes amigos, organizó eventos, instaló un comercio y desde aquí mismo volvió a lanzarse a la gran carrera artística. Una carrera que volvió a llevarlo por los escenarios del país, pero que no pudo evitar que volviera a nuestra ciudad cada vez que tenía un tiempo libre entre presentación y presentación.
Aquí quedaron sus afectos, sus recuerdos, sus memorias. Sus logros y sus fracasos. O lo que es lo mismo decir: su vida.

Y de eso nos ocuparemos en esta nota.

Los inicios del ídolo

Fernando Borges llegó al mundo como Fernando Ingratta, un 29 de agosto de 1925 en Buenos Aires. A los 15 años ya actuaba junto a la famosa orquesta de Roger Santander, donde cantaba jazz. Allí estuvo durante cinco años, cuando decidió que lo suyo sería el bolero.

Eran épocas de oro de este género romántico, y Fernando se ganó un lugar privilegiado por su voz privilegiada, su capacidad compositora y su “pinta”.

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Fernando fue un artista completo: cantaba, y como si fuera poco, componía. Además, lo conocieron los escenarios de teatro, los sets de televisión, los estudios de radio y hasta la pantalla grande. Sin olvidar que fue protagonista durante años de las clásicas fotonovelas, tan de moda en los años cincuenta. Así, de grande, así de trascendente fue Fernando Borges.

El trovador enmascarado

Habiendo iniciado su carrera como solista, en Radio El Mundo inicia un ciclo de cinco meses llamado “El Trovador Enmascarado” patrocinado por la Crema Hinds. Fue un espaldarazo fundamental para lo que siguió.

Llegó su primera gira internacional (Chile) y su primer disco donde “Alma mía” y “Capullito de Alelí” daban cuenta de su talento. Radio Belgrano, Canal 7, fueron otros de los mojones en su carrera. Allí fue parte de “La Familia Gesa”, programa patrocinado por General Electric S.A., coprotagonizando junto a Virginia Luque, Drigue Farías y varias estrellas más. Su fama seguía creciendo. Tenía todo lo que se necesitaba para triunfar.

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Como recoge Cristian Moreschi en su libro Camino de la Historia, los diarios de época lo decían: “cantante, showman y futuro astro de cine”. Es que también la pantalla grande lo tuvo entre sus protagonistas, cuando en 1953 se filmó “Ué, Paisano” de la mano del éxito de Nicola Paone.

Idolo de América

Tenía apenas 23 años cuando se propuso conquistar América con su voz y su porte de galán.
Fernando Borges llenaba teatros, abarrotaba escenarios y copaba los sets de televisión en buena parte del continente.

Se convirtió en referente de la canción romántica en esta parte del mundo y así quedó plasmado en su gira por Perú, Centroamérica y México donde fue figura central de distintas revistas musicales y donde hasta el día de hoy siguen escuchándose algunos de sus éxitos como “La del Vestido Rojo”, todo un símbolo de aquella meteórica y espectacular carrera que estaba construyendo.

Entre actuación y actuación, lo suyo fue estar en las radios, en los canales de televisión y hasta en teatros de revista donde su voz acompañaba a los estupendos cuerpos de -por ejemplo- Isabel Sarli por sólo nombrar a alguna de las bellas mujeres con quienes trabajó.

No había nadie en el país que no hablara o escuchara hablar de Fernando Borges. Hasta que el propio Fernando fue quien decidió apagar su luminosa estrella, abandonando todo por amor a su padre.

Fernando en Alta Gracia

Su padre enfermó, y Fernando decidió instalarse en nuestra ciudad, sin importarle dejar atrás el glamour, los micrófonos, las luces y las giras. Es que el amor es más fuerte, y su padre lo necesitaba.

Esta parte de la historia tal vez debiera llamarse “De cómo Fernando Borges volvió a ser Fernando Ingratta”. Es que así fue. Más allá de su fama, acá volvió a ser Ingratta, el vecino, el comerciante que vendía joyas y articulos de oro y que más tarde puso una concesionaria de autos que hoy manejan su hijo y sus nietos.

Pero Fernando había nacido para los escenarios. Por ello en Alta Gracia, no pudo con su genio y se dedicó a ser el director de aquel notable emprendimiento artístico que se llamó el Elenco Municipal de Teatro.

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Amor a las tablas

Fernando Borges pasó a segundo plano. Acá fue Fernando Ingratta y con ese nombre dirigió las obras que representó el Elenco Municipal de Teatro durante varios años.
Fue el alma profesional detrás de la pasión amateur que le ponía un buen número de actores y actrices de vocación que tenía Alta Gracia, y que construyeron a puro talento un espacio cultural puramente local, auténticamente nuestro.

Y si no, repasemos algunos de los muchos nombres que desfilaron por allí a lo largo de los años: Norberto Piñeiro, José Schaffer, Rubén Ferrero, Antonio Minicone, Adriana Schejman, Carlos Zejdlik, Héctor Beltramone, Cecilia y Raquel Del Signore, Pepe Valdéz, Roque Carrizo, Manuel García Vieyra, Susana Sandonatto, Beatriz Avila, Carlos Missana...

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Junto a ellos, y completando el elenco, una legión de utileros, apuntadores, encargados de vestuario y maquilladores, todos ellos con patente local. ¿Nombres? Mario Vizzano, Edith Bogado, Lilo Vagni, Tito Avila, Carmen Valls, Elena Soaje, “Rabanito” Ferrari. Las escenografías, como si todo esto fuera poco, corrían a veces a cargo del gran Luis Hourgras...

Ah, los comercios locales no sólo aportaban con unos pesos para la promoción. Mueblería Don Luis, por ejemplo, ponía a disposición sus muebles para la escenografía.

Al frente de este numeroso grupo de gente, él: Fernando Ingratta dirigiendo las obras. “Así es la vida”, “Una noche de primavera sin sueño”, “Los Derechos de la mujer”, “La botica de enfrente”, “Los árboles mueren de pie”, “Jettatore” fueron algunas de las puestas en escena a lo largo del tiempo. El grupo actuó en distintos escenarios locales y llegó a hacerlo incluso en el Teatro Rivera Indarte (hoy Teatro del Libertador) en la ciudad de Córdoba. Todo un orgullo.

De vuelta al ruedo

En Alta Gracia, Fernando fue, además, Director de Turismo y Cultura  de la Municipalidad. Un cargo que ejerció sin cobrar un solo peso durante varios años y sin importar el color político de turno que estuviera en el sillón de Lepri. Lo suyo era amor por la ciudad y así lo entendía a la hora trabajar.

Pero este país hace que los argentinos suframos golpes fuertes, y Fernando no fue la excepción. La maldita “Circular 1050” de Martínez de Hoz lo tuvo como una de sus miles de víctimas, y de un plumazo perdió todo cuando eligió honrar sus deudas y seguir caminando por la calle mirando a la gente a los ojos. Un hecho que bien lo describe en cuanto a sus cualidades humanas.

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Pero ya antes de aquel momento, él había decidido volver a ser Fernando Borges. Convencido por sus amigos y compañeros de teatro, volvió a su primer amor. Comenzó a recorrer el país con sus canciones y su piano, retornó a ocupar un lugar en canales de televisión y volvió a grabar discos. Fue un retorno con gloria, demostrando que ya maduro, aquel galán seguía entero y con mucho para dar a sus miles de fans.

Su vida se apagó el 23 de junio de 1996, cuando tenía 70 años. Dejó un legado enorme de música y a miles de mujeres extrañando su voz melodiosa. Quienes lo conocieron, aún extrañan no solo al artista, sino al hombre cabal que supieron disfrutar.

Porque Fernando fue cantor, músico, deportista, comerciante, hijo, padre, abuelo, director de teatro, funcionario; y sobre todo, dueño de una conducta intachable que fue su firma hasta el último día de su vida. Un hombre íntegro que la ciudad sigue extrañando.

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