
La estación de las flores, el amor y la juventud siempre fue bien recibida en Alta Gracia.


Este texto pertenece al libro "TIEMPOS VIEJOS (pero no tanto)", y hace un recorrido por la Primaria del viejo Colegio Nacional de hace algunos años.
Cosas Nuestras11 de septiembre de 2020
juan carlos
Mi maestra de Primer Grado, como la de todos, es inolvidable. La Señorita Alicia (te mando un beso) fue la segunda mamá, la que me enseñó los primeros trazos y la que me empezó a guiar por las aulas. ¿Cómo olvidarla?
Antes, dos señoritas vestidas de guardapolvos a cuadros me habían hecho jugar y aprender en el Jardín de Infantes: Azucena y Chicha, mis dos jardineras en el viejo Colegio Nacional.
Todavía hoy miro viejas fotos y reconozco algunas caras entre mis compañeros de pintorcito: Mario Polacov, Javier Campos, Teresita Capelletti, Norma Peralta, Ariel Costa... ¡cuántos más!.
Luego, con el correr de los años, las maestras fueron pasando mientras uno iba creciendo. Nombrar a todas, no... solo lo haré con algunas. La Señorita Cora, de voz chillona, daba Manualidades, Ofelia era la de Música, en gimnasia teníamos a Norma Bútori y luego al colorado Romero. ¿Quiénes más? A ver... Quinto Grado... en Lengua y Ciencias Sociales, a Cuqui Mori (aún creo que fue a quien más quise en todo mi primario), más adelante, a Elsie Nichelle y a Chiquita Cólica (me puso mi primer insuficiente en una prueba de Ciencias Naturales).
La de dibujo... ¡cómo me gustaría acordarme de su nombre!... me tenía una paciencia bárbara al ver que no había forma de que combinara los colores de la témpera sin que se me mezclaran...
La regente, aquella frente a quien te mandaban si te portabas mal, era la Sra. Del Giorgio, “Ñoñó”, para quienes la conocimos. Una mujer que desde la óptica del pibe era inflexible y dura, pero que con los años descubrimos culta, educada y amistosa.
Eran épocas de regletas, tonetes y unas “cosas” cuadradas llenas de clavitos y con gomitas para dibujar figuras geométricas cuyo nombre el tiempo borró de mi memoria. Recuerdo que constituían un buen arsenal a la hora de la guerra de papelitos, eso sí.
Guardapolvos calipso, patio de cemento, aula de la “librería”, baños al fondo, “vamos al club” (luego bingo y ahora dependencia municipal), pista de autitos dibujada en el patio, compañeros de “mancha” y de fútbol en cada recreo. Las chicas que te empezaban a gustar y que se empeñaban en no darte bolilla. Maestras del colegio y de la vida, del aula y de la calle que fueron marcando a fuego mi vida. Polvo de tiza, borradores que golpeaban el pizarrón pidiendo silencio, “formen fila, tomen distancia”, desfiles del 25 frente a la plaza, con un frío padre y uno de pantalones cortos...
Años de pibe que hoy recuerdo cada vez que paso frente al viejo edificio de la calle Lozada. Figuras imborrables de una niñez hermosa vestida de delantal.

La estación de las flores, el amor y la juventud siempre fue bien recibida en Alta Gracia.

El apellido Zorn vincula a Victoria directamente con Villa Oviedo. Barrio con identidad si los hay, en Alta Gracia. Y mucho de eso tiene que ver con sus orígenes laburantes que lo forjó en una barriada que a fuerza de manos callosas fue erigiéndose al sur de la ciudad.

Contarles a quienes no lo conocieron, quién fue Hugo Barrera es entrar en un territorio casi mágico, surrealista al menos.

Nota en homenaje al querido "Chochó" Gómez, que hace unos días habría cumplido años. Una comparsa que hizo historia en Alta Gracia.

La fecha exacta quedó en el baúl de los recuerdos de una ciudad que suele perder la memoria de vez en cuando, y que necesita de unas ayuditas para recuperarla. ¡Y en eso estamos!

Oscar Ferreyra Barcia es uno de los grandes historiadores que ha tenido Alta Gracia. De su escrito “Volviendo al Pasado”, rescatamos este texto hablando de personajes de principios del Siglo XX.

Hace más de 50 años, Alta Gracia tuvo entre sus empresas locales, una que marcó la infancia de varias generaciones. Las “gallinitas” Pio Pio fueron marca registrada en el paladar de muchos, y un auténtico ícono de emprendimiento altagraciense.

Cecilio Luna fue, para todos, el Negro Jololo. De físico imponente que poco tenía que ver con su caracter, era imposible no quererlo. Conozcamos un poco más quién fue este personaje...

Quienes contamos ya unos cuantos años tenemos vivo el recuerdo de cuando "se sorteaba" quién hacía la colimba y quién se salvaba.

Entre las memorias gastronómicas más queridas de Alta Gracia figura, sin ningún lugar a dudas, la recordada y añorada lomitería “Chapucha”.

Febrero y sus encantos estivales. El verano de Paravachasca trajo visitantes ilustres a nuestras tierras cuando nacían los años sesenta.