María Laura Constantini: “Entré al Colegio en Jardín y me fui 41 años más tarde”

Laura Constantini cuenta en primera persona la historia del "Nacio". El emotivo y sentido relato de su paso por el colegio, sus vivencias, las historias y las anécdotas tras casi cuatro décadas de decir presente en sus aulas.

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Buscamos en Laura un símbolo de lo que es amor y fidelidad por una institución. Fueron más de cuatro décadas siendo parte activa de la historia del Nacional, nos cuenta en primera persona sus vivencias y sus memorias.

“Ingresé a la Escuela en Jardín de Infantes de 5 años, en marzo de 1963. ¡Cuánto me costó desprenderme de mis papis! Lloraba mucho y una prima, que iba a la Primaria,  terminaba llevándome bastante seguido a mi casa.  ¿Qué épocas,  no?, ¡cómo nos manejábamos!: una nena de 10 años salía solita a la calle conmigo cruzando dos calles para ir a mi casa y regresando sola a la Escuela nuevamente.

Bueno,  esto ocurrió hasta que un día mi papá me dijo: “La próxima vez que vuelvas, acá no entrás”. Lección aprendida.   
Desde entonces, aguantaba mis lágrimas y mi angustia. 

Tuve una maestra que era un sol. La Sra. Azucena de de la Vega, “Chicha”. En cuanto a los compañeros que recuerdo, la mayoría vive en Alta Gracia, los suelo cruzar y nos saludamos con mucho cariño.  De ellos tengo más contacto con Cecilia Butori, una gran amiga de toda la vida,  con Silvana Malanca, que vive en Italia,  pero estamos en contacto,  con Marisa García, Julia Elías, con quien charlamos mucho cuando nos encontramos por la calle, también veo seguido a Jorge Perrig, a Mecedes Miranda, a Graciela Passera.

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Cuando inició la sala de 4 años,. la maestra era Bety Gershmann. Después pasó a Primaria como excelente profesora de Plástica y mucho después como maestra de grado.

Los uniformes eran guardapolvo blanco y arriba el pintorcito, de cuadrillé rojo y blanco para las niñas y celeste y blanco para los varones.

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Por esos años y creo que llegó hasta mi Primer Grado, era Regente la Sra. Haydeé Iglesias de Moll. Excelente docente y persona. Ya después llegó la Sra. Ñoñó de Del Giorgio… sin palabras para esta docente alma y brillante profesional. 
En 1964, ingresé a Primer Grado con la querida Sra. Pintita Panizza. Al año siguiente tenía Primer Grado Superior, donde tuve a la Srta. María del Carmen Agüero… a quien le teníamos un poco más de temor… era muy exigente y poco cariñosa.

En Segundo Grado llegó la Srta. Alicia Marmolejo de Barrera, que era muy dulce y cariñosa y a quien adoramos. Un dato al margen: ese año me tocó hacer la Primera Comunión y mi timidez me mataba… ella me acompañó en la procesión que seguía a la Comunión,  llevándome de la mano… Después,  compañera como docente y gran amiga hasta el día de hoy. 

Al año siguiente, en 1966, se suprime Primer Grado Superior y se agrega Séptimo Grado. Por lo que nosotros pasamos de Segundo a Cuarto Grado. Volvimos a tener como maestra a la Srta. Agüero… Pero ese año  quedó embarazada y la reemplazó la Srta. Pety Moretti, una dulce y muy buena docente.

En Quinto Grado, la Srta. Elsa Cólica. También una docente muy exigente y a la que teníamos un poco de temor… La vida llevó a que fuera mi primera compañera de áreas cuando empecé a trabajar como maestra.

Con ella y con Elsie de Nichelle, querida maestra, hice Sexto y Séptimo grados. Y otra vez la vida hizo que yo fuera la docente que la reemplazó cuando ingresé a trabajar como maestra. 

Los docentes especiales durante mi Primaria fueron: en Educación Física,  Norma Bútori para niñas y Carlos Sandiano para los varones; en Música,  Ofelia Ferrer de Moyano, y la Sra. Siloé Arata; en Plástica,  Beatriz Gershmann; la Sra. de Ávila, de Labores para las niñas y la Sra. Cora de Almarás, de Trabajo Manual para varones. 

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Terminé mi Primaria en 1970 y llegó la Secundaria. Hice 3 años por la mañana y en Cuarto Año pasé al turno tarde porque elegí el Bachillerato con Orientación Docente (BOD). Durante mi Secundaria,  recuerdo a algunos  profesores que tuve: la Srta. Zemborain, en Inglés;  una profesora a la que llamábamos Cata… y no recuerdo su nombre,  de dibujo,  también al brillante Leo Rugani, Chuchi Trintinaglia, en Inglés, al Profesor Manuel Ferreyra, a su esposa, la hermosa  Chola de Ferreyra, a Suchi Marbián, al Dr. Nahal, a la Sra. de Scully, que hizo que le perdiera el temor a la Matemática, a la Srta. Toledo, a Chola Guerra en  Historia, a Olga Expósito, a María Sara García,  a la Srta. Moyano, en Música, a Mirta Vignolo de Gutiérrez, a Silvia Novelli… y me habrán quedado muchos por nombrar… 

Terminé mi Secundaria en 1975. Estaba indecisa entre Medicina y ser docente. Las profesiones de mis papás... Mi mamá no quería saber nada de que no estudiara Medicina… a los dos meses dije: hasta acá llegué. Entonces empecé a trabajar en una Escribanía mientras en casa tenía alumnos particulares.

Y en el 1977 volví a mi escuela y a estudiar lo que quería, ¡el Profesorado!
Fui feliz allí. Formamos un grupo de estudio hermoso. Como yo vivo cerca del antiguo edificio, Ñoñó, que me conocía desde que nací, me mandaba a buscar cuando había faltado una maestra para que me ocupara del grado.  Nunca dije que no. Tenía un guardapolvo blanco colgado listo, me lo ponía e iba. Rara vez volvía a mi casa después.  Entraba al Profesorado y regresaba a casa después de las 22…

¡Lo que me sirvió esa experiencia de dar clases,  preparadas por Ñoñó, con su ayuda, fue increíble! 
Siempre agradecida a Ñoñó…

Me recibí el 7 de julio de 1979. Mi residencia fue en la Escuela Manuel Solares. El día del egreso, una docente, Lely Ballesteros, hija de quien era la Directora, me dijo: “pronto seremos compañeras”.  No alcancé a entender lo que me decía y tampoco quiso agregar nada. Pero la entendí cuando me llamó Ñoñó a la escuela para preguntarme si quería aceptar un cargo como maestra de Sexto y Séptimo Grados en el Área de Lengua y Ciencias Sociales en reemplazo de la Sra. Elsie de Nichelle. Mi maestra,  sería reemplazada por su ex alumna… así se fue tejiendo toda mi historia… Se creaba el cargo de Subregente, ella asumía en ese cargo y yo quedaba como suplente. Por supuesto que rápidamente y muy emocionada dije que sí.

Estuve 9 años de suplente, hasta que se  jubiló Ñoñó y luego 2 años más hasta que hubo una titularización masiva y quedé titular. Era un sueño cumplido…

Cómo no estar agradecida a esa persona como fue la Sra. Ñoñó, toda la vida!! Y lo que me guió en mis primeros pasos como maestra… lo que aprendí con ella… ¡¡GRACIAS,  ÑOÑÓ!!

El día 26 de septiembre de 1979, comienza mi carrera como maestra de grado. Y aquí, aprovecho para agradecer a una Profesora bellísima: Marta Campo, a quien recordaré siempre.  

Mi compañera de Áreas fue la Srta. Elsa Cólica. Paradojas de la vida… aquella maestra a la cual le temía, y que tuve durante tres años, era mi primera compañera de trabajo… Cuando se jubiló, Gladys Acosta sería mi compañera  hasta el final. Una gran amiga a quien aún extraño mucho.
¡GRACIAS,  AMIGA!!! SIEMPRE EN MI CORAZÓN!!!

Cuando falleció mi papá, en 2003, mi alma se fue con la suya… yo, que siempre les pedía a los niños que tuvieran sueños por cumplir y que corrieran detrás de ellos… yo ya no los tenía… no podía ser incoherente… Me mandaron a un médico y él decidió que debía estar en tareas pasivas. Me daba miedo, porque lo que yo quería era trabajar mucho y con tareas que realmente fueran de responsabilidad…

Allí estuvo la mano de Yolanda Heredia, que ya era Directora de la escuela y de Cuqui Mori, que,  como Regente, así como siempre me acompañó y me enseñó cuando estaba frente al grado, me dio todo su apoyo y nos hicimos muy buenas amigas, también me dio responsabilidad trabajando en tareas pasivas. 
¡GRACIAS, CUQUI, POR TU COMPAÑÍA Y AMISTAD!. ¡GRACIAS YOLANDA, POR TU RESPETO Y POR EL GRAN CARIÑO QUE NOS NOS TENEMOS!

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La última Directora que tuve fue la Sra. Andrea Camisassa. Con ella tuve una relación que fue de menor a mayor y terminó siendo muy buena y de mucho respeto.
¡MUCHAS GRACIAS, ANDREA POR TU CARIÑO Y TU RECONOCIMIENTO HACIA MÍ!

Me costaba mucho jubilarme.  Era despedirme de mi otra casa. Tuve muy buenos compañeros y excelentes amigas que quedaron para toda la vida. No tengo palabras para ellas. No voy a dar nombres porque cada una de ellas sabe quiénes son.

Cuando se empezó a comentar que teníamos que volver luego de la pandemia, pensé que ése era el momento del despegue. Y con 41 años y medio de trabajo, presenté la documentación para jubilarme. El 31 de marzo de 1921 ya estaba jubilada…  

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Me hicieron la despedida que siempre soñé, un brindis con gaseosa en el patio de mi escuela, a mediodía,  entre turno y turno…  

Agradezco a Dios por esos años… la pena más grande que tuve fue que cuando llegué de esa despedida,  ya nadie había en mi casa… necesitaba el abrazo de mi papá y de mi mamá que siempre me ayudaron en mi carrera docente…

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