
El sacerdote salesiano cuyo fallecimiento sigue siendo una incógnita para la ciencia y la Iglesia.
Fue a finales de los años cincuenta, tal vez con los sesenta amaneciendo. El escenario, el histórico barrio Norte y los protagonistas dos novios y toda su comitiva de familiares y amigos.
Curiosidades30 de abril de 2022Fue a finales de los años cincuenta, tal vez con los sesenta amaneciendo. El escenario, el histórico barrio Norte y los protagonistas dos novios y toda su comitiva de familiares y amigos.
La historia nos la acercó Carlos, un lector de Cosas Nuestras, hasta hace poco vecino de Alta Gracia, y nos pareció lo suficientemente simpática como para compartirla con todos nuestros seguidores.
“Fue el casamiento de mis padres, y se hizo en la casa de la familia Chacoma, en la esquina de Prudencio Bustos y Bolivia”, comienza contando.
La historia cuenta que la novia tenía un nombre que para la Iglesia, “no cuadraba”. Por ello, el Padre Domingo Viera quien fue quien los casó, decidió hacer una proclama otorgándole el nombre de Yolanda Raquel. La otra mitad de la naranja se llamaba Carlos Alberto Pérez. Pero en el pueblo, para todos era simplemente “Pocho”.
Por un lado o por otro, los casamenteros estaban relacionados con familias de raigrambre popular en la ciudad (uno de ellos, por ejemplo, fue el primer colchonero que hubo en Alta Gracia, sin ir más lejos).
Total, que Yolanda y Pocho, decidieron unir sus vidas para siempre.
Fue allá por 1956 o 1957 (las fechas concretas se perdieron con el tiempo). Entre los concurrentes estuvo un hombre de apellido Quiroga, dueño de una fábrica de pastas. También estuvieron los Torres. Cuentan que uno de ellos estaba enamoradísimo de Yolanda, que nunca le correspondió. Así y todo, fue a su boda como si nada hubiera sucedido...
Pero Carlos, que sabe la historia por lo que le contaron sus padres, cuenta que no fue una fiesta como cualquier otra.
“¡La joda duró tres días!. Me contaban que la gente por ahí se iba a dormir un ratito, y volvía para seguir la caravana”. Cuentan que fue tan grande esa fiesta que el barrio estuvo revolucionado todos esos días, y que la música se dejaba escuchar a toda hora.
Historias, historias que nutren a la historia de la ciudad...
El sacerdote salesiano cuyo fallecimiento sigue siendo una incógnita para la ciencia y la Iglesia.
Pocos conocen esta historia que cuenta el Dr. Jorge Mazzucco en su libro “Alta Gracia Olvidada”.
"Una sequía impresionante" es un capítulo de los tantos que tiene el libro "Viejas estampas de Alta Gracia", escrito por Jorge Zemborain, y queremos compartirlo con ustedes.
Genaro Caliendo Galasso fue un educador con todas las letras. Pero también tuvo una faceta artística que develamos en esta nota.
El recuerdo de un sismo único que tuvo a los alrededores de Alta Gracia como epicentro, allá por 1921.
El museo Jesuítico no siempre fue museo. Lo que conocimos como Casa del Virrey Liniers apenas comenzó a ser un espacio destinado al público, durante muchos años fue residencia privada de una reconocida familia de Alta Gracia.
Los hermanos Funes forman parte de la galería de grandes futbolistas que ha dado nuestra ciudad. Algunos con mayor éxito que otros, unos con más fama que los demás, pero sus nombres son recordados siempre como símbolos de un fútbol local que los tuvo como estrellas.
La Bombonería y Regalería “La Cinta de Agua” fue todo un símbolo de las décadas del setenta y del ochenta en nuestra ciudad. Finos bombones, los mejores presentes... era el lugar ideal al cual concurrir si uno quería necesitaba quedar bien con alguien a través de un presente. Y detrás de este emprendimiento, una historia de vida que merece ser contada.
Oscar Ferreyra Barcia es uno de los grandes historiadores que ha tenido Alta Gracia. De su escrito “Volviendo al Pasado”, rescatamos este texto hablando de personajes de principios del Siglo XX.
El sacerdote salesiano cuyo fallecimiento sigue siendo una incógnita para la ciencia y la Iglesia.
La fecha exacta quedó en el baúl de los recuerdos de una ciudad que suele perder la memoria de vez en cuando, y que necesita de unas ayuditas para recuperarla. ¡Y en eso estamos!