Audino Vagni: el amigo, el vecino, el Flaco

Una riquísima charla que nos permitió conocer la historia y las historias de barrio Norte. No buscamos al político, encontramos al hombre que vive y ama la barriada que lo vio nacer.

Cosas Nuestras26 de mayo de 2024juan carlosjuan carlos
AUDINO BAILANDO

Audino cumplió 82 años y sigue siendo dueño de una memoria extraordinaria. De las que solo tienen quienes han vivido la historia misma de una ciudad. Quisimos conocer de primera mano algo de la historia del barrio Norte, su “Patria chica”, y saludarlo por su cumple fue una hermosa excusa para charlar, escuchar y aprender.

Audino fue, es y será una marca registrada de barrio Norte. En el nació, creció, fue padre y abuelo. Trabajó y fue profesional. Hizo amigos y los disfrutó. Y fundamentalmente, conoció cada rincón del barrio como nadie.

“Nací en calle Méjico al 521, donde mi viejo tenía el boliche luego de venir desde el campo, desde la chacra, cansado de renegar contra la sequía y la falta de cosechas. Era conocido como el “gringo” Micle (mi papá se llamaba Amilcar)”, inicia contando Audino.

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La charla entró en el terreno del desarrollo empresarial de la zona: 

“El epicentro mayúsculo del barrio era la Terma, que nació en calle Bolivia frente a donde vivían los Parisi (Egidio, Yeye). Era un galponcito donde las naranjas que llegaban a granel en camiones eran exprimidas a mano por tres o cuatro personas sentadas en unos banquitos. De pibes íbamos y nos llevábamos algunas a casa. Después se fue ampliando de una gran manera hasta llegar a tener más de 150 empleados”.

Y muchos de esos trabajadores estaban muy ligados a Sportivo y a Colón. Eran jugadores de estos equipos. 

“Todos los Turri (Juan, Beto, Luis) eran hinchas de Colón. De Sportivo trabajaban el Pimpollo Martínez, el Chueco Feliú, el “Tarro e grasa” Escudero… me acuerdo mucho de él porque en aquellos tiempos la defensa de Sportivo la componían el Turco Santiago, que llegó de Escuela Presidente Roca, al arco y la dupla de fulbacks eran Milo Morcillo y el “Tarro e grasa”, que también trabajó con Rapari en la venta de kerosén y aceite de motores. También estuvo muchos años en la Ford, con Adriano Carignano que fue presidente de Sportivo”.

Pero la conversación con Audino siguió derramando nombres...

“Barrio Norte tuvo grandes carpinteros. Los nombraría citando a Ludueña, Don Simeón Arrieta con su socio el Fena Morcillo, a Carlitos Di Gianantonio en calle Bolivia. Todos carpinteros de primerísimo nivel.
Hubo también afamados herreros. La mayoría empezó con Ferrioli en la calle Perú (luego Prudencio Bustos). Allí empezó el Yeye Parisi y tantos otros que fueron muy característicos en la ciudad”.

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Volviendo al tema industrial, no quiso olvidarse de nada... ni de nadie, por cierto.

“La Cooperativa Minera también fue importante en el barrio. Se inauguró en la época del peronismo, con la presencia de Evita en los años 50. Pero además, ahí tuvo trabajó mucha gente que luego fueron importantes. Como Don Armando Rodríguez, que fue juez en las carreras cuadreras que se hacían en el Campo de Mena, en lo que fuera la Sportiva ideada por Angel Bútori, hermano de Don Pedro Bútori. Y si seguimos hablando de la zona industrial, hay que hablar del horno de cal de Don Juan Domingo Rossi, uno de los hacedores del Círculo Italiano de Alta Gracia entre otras instituciones”.

Se habló de la Fábrica Terma, pero no fue la única en el rubro...

“No hay que olvidarse de La Florida, que fue una sociedad que hicieron Marino Ciampichini y Oviedo. Junto con el Coco Antomarioni le hicimos toda la papelería de etiquetado para las botellas de naranja, limón y la granadina. Antes de instalarse ellos, estuvo la sodería de Don Muñoz. Me acuerdo perfectamente porque mi viejo tenía el boliche a mitad de cuadra. Fue una época de gran surgimiento de Alta Gracia no solo en lo turístico sino también en lo industrial”.

FRENTE DE LA TERMA CON CARTEL (Audino)

Y hablando de lo turístico, la proximidad del barrio a la estación de trenes (nuestro puerto seco por aquellos años), mucho tuvo que ver.

“En lo turístico, hay que hablar de las pensiones que había en el barrio Norte. Todas debidas a la cercanía del Ferrocarril. Por ejemplo, la Pensión Elsita, o la de Doña Blandina y Don Secundino Lavandeira, padres de Horacio (que estuvo muchísimos años al frente del kiosco del Cine Monumental)”.

A sus 82 años, continúa siendo dueño de una memoria envidiable, y así los recuerdos continúan apareciendo uno tras otro...

“En el “elenco estable” del boliche de mi viejo estaban los que trabajaban en el galpón concesionado por Don Ramón Mascó, representante de los cereales de la región. Los conocí a todos porque luego de la changa recalaban en el boliche”.

Detiene su relato para hacer hacer un párrafo aparte sobre  a una injusticia que la mitología popular ha cometido con aquellos hombres.

“Llegaban a las 7 de la mañana a la placita junto a la Estación (hoy el Paseo de los Poetas, que para la terminología popular es simplemente “La Plaza de los Vagos”). Ahí llegaban a esperar la changa que apareciera. Eran cualquier cosa menos vagos. Trabajaban hombreando bolsas, o descargando camiones con azúcar o papas. O descargando camiones con vino que compraba mi viejo. Vinos “Mar Rojo” o “Podestá” que eran las marcas más conocidas. Mal se la llama “la plaza de los vagos” al Paseo de los Poetas porque ahí eran todos trabajadores que esperaban para ganarse una moneda, hacerse el día y llevar comida a sus casas.
A Mascó llegaba la mercadería a granel en los vagones de tren. Allí la embolsaban y la volvían a empacar. Eran hombres rudos, sencillos y trabajadores, dispuestos a cualquier tarea”.

La conversación continuaría, llegaría el momento de hablar de los personajes del barrio. Cada vez era más interesante... no nos lo íbamos a perder.

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Los amigos del barrio

La memoria generosa de Audino nos invita a recorrer una galería de personajes que marcaron con su impronta personal la historia misma de barrio Norte.

“A la hora de los personajes, se debe nombrar por ejemplo a Federico Ferreyra, que era en aquellos años la oveja negra de su familia (hijo de Don José Ferreyra, que era constructor). Más allá de cualquier cosa, era un hombre muy culto, capaz de sorprender a más de uno que no lo conociera. Pero no fue el único que transitó aquellas calles. No quiero olvidarme de Tito Genari, Nicolás Liendo, hasta el Loro López viejo (Lorenzo). El también trabajó en comercios de la zona y después instaló en calle Liniers un restaurante.
O nombrar también al “Loco” Lucero, que fue un croto que supo vivir en un terreno baldío al lado de lo de Don Carlos Gastón (trabajaba en el correo y repartía las cartas con el sulky). Mi viejo tenía una jardinera con una yegua blanca que Lucero “cuidaba” simbólicamente en ese lote baldío donde tenía un ranchada”.

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Inevitable fue preguntar por Don Rosario López...

“Don Rosario López... Era un personaje que se envolvía su larga cabellera que le llegaba a la cintura y se ponía un sombrero hongo donde la contenía. Tenía su casa en calle Agustín Aguirre a media cuadra de Méjico. Usaba un chiripá hecho con bolsas de harina. Siempre andaba vestido con eso, y con camiseta malla. Antes de eso, supo tener taxi que por supuesto, la parada era la estación de ferrocarril”. 

Pero el relato sigue, y continua con unos cuantos otros nombres de viejos amigos y conocidos personajes del barrio y de la ciudad...

“Arturo Verzilli, el padre del Colorado tenía coches de plaza. Vivía en Prudencio Bustos y Dallinger. Tenía tres hijos, Chichina, el Colorado e Hilda, que era la más chica. Me acuerdo tanto de esa familia porque tomábamos el mate cocido ahí, muchas tardes. Hasta me acuerdo que tenían un perro que se llamaba Biyú. Hilda se casó con Rodríguez (papá de Pipino). Con él y varios más nos reuníamos en casa del Negro Ferreyra junto a amigos como Raúl Portau (que vivía Prudencio Bustos y Bolivia), Nenucho Barbeito, el Negracha Rodríguez, con Coco La Porta, que se crió en Ecuador y Prudencio Bustos (su papá Pascual antes de poner la ferretería, trabajó con Don Juan Rossi en el horno de cal). En fin, éramos todos muchachos que habíamos forjado la amistad en las calles y esquinas del barrio”

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