Supercoop Alta Gracia: Amistad, compañerismo y buenos precios

Un comercio que escribió su historia con tinta indeleble.

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La historia comercial de Alta Gracia ha tenido muchos capítulos. A lo largo de los años, fueron muchísimos los emprendimientos que estuvieron a disposición de los vecinos. La Cooperativa El Hogar Obrero, que tuvo su brazo comercial con el Supercoop también escribió su historia con letras de molde.

Corrían los primeros años de los años ochenta cuando Alta Gracia veía como su oferta comercial se ampliaba con la instalación en pleno centro del Supercoop, una alternativa más que válida para el bolsillo de los altagracienses.

El Supercoop tuvo su sello propio. Con la sonrisa como bandera, el respeto como concepto, no hizo más que proseguir la línea de la más histórica e importante cooperativa que existió en este país.

Y para recordar aquellos años, aquellos nombres, recurrimos a la memoria de sus ex empleados. Por ejemplo, de Bety Peralta, quien no dudó en compartir recuerdos.

Un grupo hermoso

“Fue un hermoso grupo de trabajo. Tanto que muchos de ellos, varias décadas después, continuamos en contacto a través de un grupo de whatssap”.

Así comienza a relatar mientras nos anticipa que en unos días más van a tener una “juntada” con ex compañeras del súper.

La historia nos remonta al año 1982, cuando la Cooperativa El Hogar Obrero decidió abrir las puertas de una sucursal del supermercado en nuestra ciudad. Para la nueva generación que pueda leer esta nota, el Supercoop estaba ubicado en calle España, en el edificio al lado de la Escuela Manuel Solares, donde ahora funciona una iglesia evangélica.

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Luego, ese enorme inmueble pasó a ser otro súper (algunos recuerdan el Spar), luego fue alquilado por la Municipalidad, pero para quienes peinan canas, seguirá siendo el lugar del Supercoop.

Bety sigue contando: “Cumplí varias funciones. Fui cajera en el supermercado y en la tienda. Amaba hacer las góndolas donde los encargados eran Eduardo Almada y Daniel Tocci. Ibamos ahí con Bety Herrera”.

¿Cómo era ser cajera en aquellos tiempos?. “Trabajar en las cajas era más artesanal que ahora, donde todo ya está codificado y digitalizado. En esos tiempos además se recibían bonos, cheques y otras cosas que Supercoop los recibía como dinero. Recuerdo que hicimos el entrenamiento para cajeras durante todo un mes en Córdoba. Yo era la más chica de todas, tenía 18 años. Entré de carambola porque tomaban gente más grande. Igual quedé, por suerte”. 

Y acá comenzamos a develar por qué muchísimos altagracienses terminaron optando por Supercoop como el lugar donde hacer sus compras diarias: 

“La reglas eran que tenías que ser muy amable, muy gentil, muy educada con los clientes. La sonrisa y el saludo eran prioritarios. Los clientes realmente siempre tenían la razón, aunque no la tuvieran. Creo que por eso muchos nos terminaron eligiendo”.

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Armar el sueño entre todos

Los primeros meses llegaron a la sucursal personas de Córdoba, hasta que se nombró a Hugo Bistchin como encargado general del súper de nuestra ciudad, quedando así a cargo.
Pero hubo que empezar desde cero, desde lo más básico.

“Al Supermercado lo armamos nosotros mismos. De Córdoba vinieron a supervisar, pero lo armamos entre todos. Fuimos nosotros quienes definimos dónde iba cada sector y armamos la góndolas y los sectores”.

Un gran centro comercial

Pero el Supercoop no era solo supermercado. Adelante, en el sector de ingreso, había óptica, perfumería, librería, menaje, arriba la tienda y administración. En el salón grande, al fondo, la cámara frigorífica y la carnicería. “Además, teníamos una cocina armada para desayunar o merendar”, agrega Bety.

Eso hacía que muchos vecinos tomaran al Supercoop como el lugar elegido para comprar: 

“Trabajábamos muy bien. Cuando llegabas a abrir a las 8 de la mañana, ya había cola de gente esperando para entrar. La gente estaba alucinada con nuestra onda, esto de la sonrisa y la amabilidad marcaba una buena diferencia”.

Además, teníamos chicos que ayudaban a la gente a cargar las bolsas por la propina que les dieran los clientes. Francis Rodríguez, Carlitos que luego tuvo carnicería, por nombrar a algunos de ellos. Ellos estaban todo el día y los cajeros los llevábamos a desayunar o merendar. Así era todo, muy colaborativo”.

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El Super era su gente

Es que así era, el Super era su gente, la que trabajaba en el día a día. Entonces, manos a la obra, recordemos aquellos nombres junto a Bety Pereyra.

“En menaje estaban Alejandro Freytes (el recordado Gardel) y el flaco Abraham con el flaco Eduardo Díaz, que es un personaje de aquellos, siempre con una sonrisa en los labios y un chiste dispuesto. Un gran tipo, un gran compañero y amigo.

En óptica primero estuvo Gerardo Morandini y luego llegó Horacio Galeano. En Perfumería estaba Lili Fernández. Librería, Mónica Benzo. En la tienda Ana María Frontané y luego Cristina. En administración, Aída Ramos, Alejandra López, Adriana Peralta, Antonia Lucero y una supervisora que venía de Córdoba.

En línea de cajas estaban Patricia Sosa, Cristina Lucero, Isabel Delgado, Bety Herrera, Alejandra Quintana, Graciela Linares, Toti Longhoni y yo. Tita Hermida era la supervisora de caja.

En salón estaban Marisa García, Pichi Martínez, Mónica, Lili Blanco. En una época tuvimos de Encargado de Salón al Ricky Zuzulich. En Administración también estuvo Liliana Rossini”.

Y siguen lo nombres:

“Juan Carlos Chipoletta, el Teto Chipoletta, Angel Rodríguez, Walter Brizuela en el depósito. Alberto Sánchez que venía desde Santa Ana. El Pelado Peleteiro estaba en fiambrería. Los carniceros fueron Pepe y Martín que ahora trabaja en una carnicería en barrio Poluyán. No me quiero olvidar de Sandra Napolitano. La limpieza la hacían las mismas chicas del salón”.

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Un mundo agradable

Con quien uno hable de aquellos viejos empleados del Supercoop, coincide en afirma que “fue el mejor momento de mi vida laboral”, como lo definió Horacio Galeano. Ya jubilado y viviendo en Buenos Aires está en contacto permanente con sus amigos ex compañeros.

“Por favor, no dejes de nombrar a Gardel, que Alejandro era un fenómeno de persona, un tipo excepcional de los que no se olvidan nunca”, nos agregó Horacio. Tranquilo, lo hemos nombrado, amigo.

Terminamos con una última de Bety: “

La hemos pasado muy bien. Fue una excelente época para nosotros, armamos un grupo de trabajo hermoso, muy buena gente todos. Hasta hoy la amistad perdura a pesar de los años y que cada uno ha hecho su vida. Fue una época imborrable. Eramos un grupo buenísimo, indestructible”.

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