CUANDO SUMAR Y RESTAR SE HACÍA CON MADERITAS DE COLORES

Las regletas no eran ni más ni menos que maderitas de distintos colores y medidas que servían para enseñarnos los números y fundamentalmente las operaciones matemáticas.

Pasado y Presente 05 de agosto de 2020 juan carlos juan carlos
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Tiempos de escuela, de aprender y divertirse. De cuando sumar y restar era una cuestión de maderitas de colores

 Yo, en el viejo y querido Colegio Nacional de Alta Gracia, aprendí a sumar, restar, dividir y multiplicar con la regletas.

Si, Con las regletas. ¿Continuarán utilizándose las regletas? Porque tal vez en aras de una manera distinta, más moderna de educación, ahora formen parte del pasado educativo y ya nadie las utilice. 

De hecho, creo que en aquella época dudo que otros colegios las utilizaran en su currícula. En Alta Gracia estoy casi seguro que no.

Bien, ¿qué eran las regletas?

Por empezar, hay que decir que venían en una caja de cartón que pronto se rompía, con separadores para cada una de las piezas. Mi compañero y amigo, Javier Campos, cuyo papá era carpintero, le hizo una caja de madera, me acuerdo.

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Las regletas no eran ni más ni menos que maderitas de distintos colores y medidas que servían para enseñarnos los números y fundamentalmente las operaciones matemáticas.

Intentando un complicado ejercicio de memoria (cuando pasás los cincuenta y casi pisás los sesenta, todo aquello que haya pasado hace más de cuarenta años cuesta mucho dilucidar si existió o si forma parte de una leyenda que alguien nos contó), trataré de recordar los colores y los  números. Siempre diciendo que el número correspondía a la longitud de la maderita, claro está. A ver… El “1” era blanca. El “2” roja. La pieza “3” creo que era verde clara. El “4”…no me acuerdo,.. creo que rosa. El color amarillo correspondía a la “5”, la “6” era verde oscuro, negra la “7”, marrón la “8”, la “9” era azul y la  “10” de color naranja.

Para conseguirlas, había que comprarlas en La Serrana según recuerdo, o había que encargárselas a algún carpintero medio artesano que las hiciera. Y rogar que no se te perdieran porque de repuestos…ni ahí.

El sistema era simple y efectivo. Dos blancas sumadas, eran igual a una roja. O lo que es lo mismo decir, 1 más 1 era igual a 2. O una naranja, menos una negra, equivalía a una verde clara. O sea, 10 menos 7 es igual a 3.

Para aquellos que estén leyendo esto entre asustados y asombrados, les digo que fuimos unos cuantos los que aprendimos las operaciones básicas de matemática con este sistema, en tiempos en que el Nacional era un colegio distinto en cuestiones de métodos de enseñanza, casi un laboratorio para lo que vendría.

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No sé si las regletas habrán sido el mejor de los métodos, lo que sí puedo decir es que nunca en mi vida tuve que contar con los dedos.

No tengo ni idea dónde habrán quedado mis regletas, ya no en una caja sino en una bolsita, que fueron legado para mi hermano. Tal vez hayan sido más tarde patrimonio de otro chico. 

O simplemente andarán sumando y restando en algún aula junto a mis seños de primer y segundo grado. ¿No las tendrás, vos, Alicia Barrera, no?

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